No eran las 12 de la noche cuando, desde el escenario montado sobre avenida Corrientes, Alberto Fernández, presidente electo, exclamó  "volvimos", en respuesta a todos aquellos que decían "no vuelven más". La multitud que llenó varias cuadras del barrio de Villa Crespo, entonó eufórica la clásica canción peronista "vamos a volver'.

A partir de este lunes, al exjefe de gabinete y ahora presidente electo con el 48,06% se le abre una nueva y difícil etapa. Deberá formar parte de un proceso de transición que durará casi 45 días, para después tomar las riendas de un país que tiene que renegenociar su deuda externa y atender un sinfín de demandas de los estratos más bajos de la sociedad.

Desayunará con Mauricio Macri para establecer los primeros lineamientos para las semanas que quedan antes de la asunción. El Banco Central ya anunció un fuerte reforzamiento del cepo cambiario, que lleva los límites a la compra de dólares a apenas 200 unidades mensuales.

Una oposición numerosa

Alberto Fernández se enfrentará también a una oposición más dura y numerosa de lo que pensaban sus fieles. En el búnker del futuro presidente, antes de conocer los resultados oficiales, hablaban de una diferencia que entre los más optimistas era de 20 puntos porcentuales y algunos puntos menor para los pesimistas.

No negaron la sorpresa al observar que no sólo la diferencia era menor a 10, sino que además el candidato de Juntos por el Cambio superaba el 40% de los votos. Sacando al Frente de Izquierda, los otros tres candidatos sumaban 10%.

A la luz de los resultados, con el apoyo de casi todos los gobernadores y la provincia de Buenos Aires recuperada, a Fernández le espera una oposición encabezada por una fuerza de 118 diputados.

En ese sentido, el primer agradecimiento de Fernández desde el escenario, a Roberto Lavagna, tiene una importancia especial. El presidente electo intentará seguir sumando dirigentes a su espacio para, a partir del 10 de diciembre, gobernar en una situación económica de mucha fragilidad.