Comenzó la última semana de campaña antes de las PASO del domingo y el presidente Mauricio Macri ya delineó la estrategia final con una mini gira por las principales ciudades del país: Rosario; Buenos Aires (en el Estadio de Ferro); Córdoba; y Vicente López, tierra que gobierna su primo Jorge Macri, junto a la gobernadora María Eugenia Vidal. El viernes, a las 8 de la mañana, comienza la veda y los candidatos deberán resguardarse (aunque nada dice la legislación de las redes sociales).

En la ciudad santafecina, Macri encabezará un acto en el Banco Nación junto a precandidatos a diputado nacional de Juntos por el Cambio (los macristas Federico Angelini y José Carlos Núñez, y la radical Ximena García) pero sin la presencia de Miguel Ángel Pichetto, encargado de recorrer las provincias de la patagonia y del norte argentino.  Al igual que en otras presentaciones, Macri será el encargado de cerrar los discursos que en principio se harían en formato 360°.

Con el eslogan ya conocido "los santafesinos van a decidir no volver al pasado”, el jefe de Estado busca sumar los últimos votos, pero sobre todo acortar la diferencia con Alberto Fernández en una de las provincias más adversas de todo el territorio nacional.

Hace un mes y medio, de la mano de Omar Perotti, el peronismo volvió al gobierno santafesino tras 12 años de mandatos socialistas.  Poco más de un 42% le valió a la Alianza Juntos para alzarse en los comicios y dejar atrás a Antonio Bonfatti (Frente Progresista, con el 37,9%) y a José Manuel Corral, de la Alianza Cambiemos, con un magro 19,8%. En ese momento, ya se sabía que Corral no aspiraba más que al tercer puesto en Santa Fe, pero el triunfo de Perotti multiplicó el impacto de la derrota.

Pocos días después, en julio, la Universidad Nacional de Rosario (UNR) realizó una encuesta y ubicó a la fórmula presidencial del Frente de Todos arriba con el 35,8%; detrás se asoma Macri, con apenas el 21,4%. Más de 14 puntos porcentuales que, en la tercera ciudad más grande del país y con las elecciones tan reñidas, podrían significar un gran envión. 

Los números no ayudan. La estrategia del oficialismo será compensar con el interior de Santa Fe y dar la pelea en la capital de la provincia, que tiene un padrón de unos 800 mil votantes, con el propósito de acercarse lo máximo posible a la fórmula kirchnerista.

Después de dejar Rosario, el Presidente se enfocará en la Ciudad de Buenos Aires (CABA). Al igual que en 2015 y 2017, el microestadio de Ferro será otra vez la sede del cierre de campaña. Como una especie de cábala, Macri volverá a subirse al escenario para pedirle a los porteños que convaliden, una vez más, la gestión de Horacio Rodríguez Larreta al frente de la ciudad y extender los 16 años ininterrumpidos de gestión cambiemita.  Puertas cerradas y solo militantes.