Alberto Fernández no suele mostrar todas las cartas de su mazo. Es que si bien al frente de los micrófonos insiste en que la prioridad absoluta "está en la salud", el Presidente sabe que la economía no puede dejarse de lado. Por eso mismo, aunque en un bajo perfil, el jefe de Estado mantiene reuniones con empresarios de sectores a los que la pandemia golpea sin piedad.

La más reciente fue la Turismo. Las cámaras que nuclean al sector salieron con los tapones de punta: el aislamiento social obligatorio no sólo implicaría no poder abonar los sueldos de abril, sino, dificultades para mantenerse durante los próximos seis meses, fecha en la que imaginan un horizonte "más despejado", comentaron desde la Asociación de la Asociación de Hoteles de Turismo.

La industria del turismo emplea a 1.100.00 personas en el país y abarca a más de 5.000 agencias y 17.000 hoteles, que trabajan mancomunados con otras compañías y comercios. A Fernández y al ministro Matías Lammens le pidieron declarar la emergencia en el sector: calculan una pérdida interanual del 50% para 2020.

Para el Gobierno, la encrucijada es compleja: alentar el turismo sería tirar por la borda todo el esfuerzo sanitario y, a su vez, descuidar el área podría implicar perder un aliado vital a la hora de la recaudación. Y si bien desde el Ejecutivo se volvió a recordar que parte del impuesto del "dólar turista" se destina a las obras del sector, la solución temporaria que se alcanzó fue un nuevo incentivo -se calcula $30 millones- estatal para las empresas que tomen el compromiso de sostener el empleo.

En simultáneo, mientras el presidente despedía a los representantes de Turismo, el jefe de Gabinete coordinaba una reunión con los empresarios de la Salud. "La intención es mantener un péndulo entre Economía y Salud, de forma constante", explicaron desde Jefatura.

Pérez Companc

Otra de las reuniones del Presidente fue casi de una necesidad política. Sucedió tres días después del escándalo por los sobreprecios en el Ministerio de Desarrollo Social, que terminó con la renuncia de 15 funcionarios. Entre ellos Gonzalo Calvo, sospechado de haber llevado adelante acuerdos con los proveedores.

El 11 de abril, Fernández se encontró con Luis Pérez Companc, el titular de Molinos Río de La Plata. Pero más allá de lo que se filtró -la foto oficial y la posibilidad de adquirir 12 millones de toneladas de alimentos para su distribución- el encuentro dejó detalles que sientan precedentes. Desde el lado del Holding, la presencia de Luis causó sorpresa: el hijo de Goyo y ex tester de Ferrari para la Fórmula 1, tiene decidido encabezar la renovación dirigencial en Molinos, tras años de un bajo perfil empresarial.

Cabe recordar que en tiempos del macrismo, quien hablaba en representación de la fábrica era Amanacio Oneto, un histórico de la compañía.

Por el lado del Gobierno también significa un "lavado de cara". Es que tanto Fernández como el titular de la cartera de Desarrollo Social, Daniel Arroyo, prefieren -tras el fideogate- dialogar sin intermediarios para que los fabricantes accedan como proveedores del Estado.

"Quiere sentarse con los dueños", es el argumento que bajó de la Quinta de Olivos ante la queja de los empresarios de la Coordinadora de Productores de Alimentos (COPAL) por la reunión mano a mano de Perez Companc.

UIA y Comercio

En la agenda del Presidente, la página del tres de abril contaba con dos crucecitas rojas. Es que ese día, además de cranear una extensión de la cuarentena, Fernández se juntaba con dos pesos pesados del mercado interno: la Unión Industrial Argentina y la Cámara Argentina de Comercio y Servicios (CAC).

Y antes de que llegue Miguel Acevedo, la lista de pedidos de los empresarios industriales ya circulaba por todos los medios: una ampliación del Fondo de Garantía Argentino y de Desarrollo Productivo, más fondos de los acuerdos por descubierto de cuenta corriente, para las Pymes y la extensión de esas líneas a las grandes empresas para evitar un corte en la cadena de pagos, entre otras cosas.

Desde la Rosada anotaron todas las demandas de los empresarios y se enfocaron en dar soluciones sector por sector. En ese sentido es interesante observar el cambio de mirada respecto al uso de barbijos: del alerta por no utilizarlo, los ministerios de Salud provinciales -e incluso, Nación- empezaron a ser más laxos con el cubrirse la boca y la nariz.

"Sirve en caso de prevenir el transmisión de los asintomáticos, aunque no haya evidencia científica sobre esto. Pero también es una manera de reactivar a cooperativas textiles", fue la explicación a El Canciller de uno de los epidemiólogos que integra el comité de asesores sanitarios del Presidente.

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Por último, en la otra reunión, la CAC le propuso al Presidente una vuelta paulatina a los puestos de trabajo, pero solo para quienes no pertenezcan a los grupos de riesgo y vivan a menos de un radio de cinco kilómetros de su lugar de trabajo.  Jorge Luis Di Fiori, presidente de la entidad, también sugirió un horario especial de seis horas, para incrementarlo paulatinamente.

A partir de la nueva fase de la cuarentena, de la cual cada gobernador puede "administrar" el aislamiento -siempre que cuenten con el visto bueno de Nación- en la Ciudad de Buenos Aires dejan trascender que se está pensando en liberar el comercio pero obligar a que haya una determinada cantidad de personas por metro cuadrado del local.

Además, claro está, de la ahora obligatoria protección de nariz y boca de quienes entren y quienes atiendan.