En 30 minutos se pueden resumir las suspicacias y las dudas que rodean a un fútbol argentino sospechado de todo menos de transparente. Cuando el escenario está embarrado, cualquier cimbronazo, por más pequeño que sea, reaviva la especulación y las manos negras en el mundo de la redonda.

Julio Grondona dejó en la AFA un sinfín de problemas financieros, pero también entregó el legado de supuestos casos de corrupción. Los que siguieron supieron tomar la posta del ex vicepresidente de la FIFA fallecido. De ahí en más, cualquier árbitro designado para un partido clave, una falta no cobrada cerca del área o la suspensión de un partido provoca el síntoma de la deshonestidad.

La imagen de Facundo Tello en el Bosque de La Plata aumentó las especulaciones sobre una presunta “forzada” postergación del partido entre Boca y Gimnasia. Es cierto: las fuertes lluvias habían dejado un campo de juego que probablemente no estuviera a la altura para disputarse el partido. Pero, ¿por qué el árbitro cambió radicalmente su postura en tan solo media hora? ¿Presionaron los dirigentes de Boca para que se suspenda el encuentro? Las caras de unos y otros hablaban por si solas en los pasillos del estadio.

¿Ahora? Todo pasa. Boca llega descansado a su final del semestre ante Junior en Barranquilla para jugar su suerte en la Copa Libertadores, en tanto que el 9 de mayo se disputará (probablemente con público xeneize) el duelo que podría definir si la Superliga tiene un campeón.

Todo pasa, pero quedan las especulaciones, las dudas y las sospechas fundadas sobre las decisiones que ponen a la AFA en el peor lugar posible. Quedan latentes y vivas las sombras de la corrupción y debilitan a una institución que está cada vez más en decadencia. ¿El principal perjudicado? El fútbol.