"Ya me llega el alta": Pablo Grillo dejará el Hospital Ramos Mejía y pasará a un centro de rehabilitación
Tras permanecer casi 60 días en terapia intensiva, el fotógrafo anunció a través de un audio que la semana que viene abandonará el centro de salud en el que está internado desde el pasado 12 marzo.
Tras casi dos meses en terapia intensiva a causa de un proyectil de gas lacrimógeno que impactó en su cabeza durante una movilización de jubilados y barrabravas de clubes de fútbol en las inmediaciones del Congreso, Pablo Grillo reveló este viernes a través de un audio que la semana que viene le darán el alta y pasará a un centro de rehabilitación.
"Ya me llega el alta. El lunes lo firman los directores y el martes me voy para un centro de rehabilitación", manifestó el fotógrafo, quien se encuentra internado en el Hospital Ramos Mejía, en el barrio porteño de Balvanera, desde el pasado 12 de marzo.
Este miércoles, el fotoperiodista había dado importantes muestras de recuperación, luego de subir junto a su padre, Fabián, a la terraza del hospital. "No fue a hacerse ningún estudio ni chequeo, salió a disfrutar un poco de aire fresco", habían informado desde la cuenta Justicia por Pablo Grillo.
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"Es alta la posibilidad de que Pablo vuelva a tener la misma vida que tenía antes del incidente", había manifestado Fabián, a fines de abril, en diálogo con Noticias Argentinas. A su vez, había señalado que los médicos que se encargan de su recuperación le habían indicado que la "posibilidad de evolución" era "muy positiva".
El fotógrafo debió ser operado tres veces previo a su último tramo de habilitación, en todos los casos por pérdida de líquido cefalorraquídeo. Tras la intervención más reciente, el pasado 17 de abril, su padre había indicado que el pronóstico era "bueno".
"Anoche ya comió, estuvo charlando, estuvo animado, la operación salió bien, según nos dicen los médicos y ahora hay que esperar la evolución", había expresado en aquel entonces, en una entrevista con Splendid.
Ya para el 1° de abril, Grillo había dado señales alentadoras, al demostrar que podía hablar y mover, al menos mínimamente, sus brazos y sus piernas.