Desde el estreno de Casino Royale pasaron 15 años y todas las películas de James Bond

tuvieron a Daniel Craig como protagonista. El actor fue la cara (y sobre todo el cuerpo) de la

renovación del héroe de acción que además de ser un seductor y atractivo agente secreto

del MI6, la franquicia había encontrado un nuevo perfil para el personaje, con más

despliegue visual y un aporte extra desde lo físico por parte del protagonista. Fue un

negocio para todos, porque Craig también encontró su lugar en Hollywood y en la

cinematografía mundial al interpretar a uno de los personajes más memorables del séptimo

arte. Su trabajo dejará una marca imborrable para el personaje ya que Sin Tiempo Para

Morir (No Time To Die) se convierte en la despedida definitiva de Daniel Craig de la

franquicia y con un resultado positivo.

Como mayor atractivo, además de ser la despedida de este Bond, Sin Tiempo Para Morir cuenta con Phoebe Waller-Bridge como una de sus guionistas y Craig, también productor, destacó su trabajo: “Es una gran guionista, es brillante. Me fijé en ella en la primera temporada de Fleabag, y después vi Killing Eve, y todo lo que había conseguido con su trabajo. Quería tener su voz. Es única y somos privilegiados por tenerla en el equipo de 007”. La elección de incluirla dio resultados muy buenos ya que la película de 163 minutos de duración en ningún momento se siente larga o pesada. Entre los puntos a favor aportados desde el guion también se destaca que el protagonista finalmente encuentra matices y el film se convierte en uno de los más divertidos y emotivos de la saga sin renunciar a la potencia de las escenas de acción de esta era.

Luego de un nuevo retiro del servicio secreto británico, Bond vive en un paraíso con Madeleine Swann (Lea Seydoux). Una historia de amor compleja que tendrá un nuevo (viejo) impedimento: el pasado. Con un excelente arranque que marcará el tono de la película, la historia nos lleva cinco años después cuando un amigo de Bond, el agente de la CIA Felix Leiter (Jeffrey Wright), le pide ayuda en una misión donde se cruzará con la actual Agente 007 (una actuación y participación correcta de Lashana Lynch) y la entrada -muy atinada- de Ana de Armas como Paloma. Bond parece no querer volver al ruedo, pero el pasado vuelve al acecho. Seguir con los detalles de la trama podría complicar seriamente el disfrute de la historia, pero, básicamente, el protagonista deberá salvar el mundo de un arma biológica y, sobre todo, proteger a sus seres queridos.

Por encima de las anteriores entregas, el factor humano es uno de los puntos altos para este Bond, de esta película y de su entorno. Más allá de la despedida de Craig, que cargó a la película con cierta emotividad, este James Bond encuentra un propósito más humano, más sensible, y razones de peso por las que luchar. Es un cierre a la altura para las cinco películas de esta versión del Agente 007 que llegó como una máquina de matar y evolucionó a un tipo más complejo y terrenal, con ganas de vivir fuera de peligro y lo más cerca posible a una vida normal. Un trabajo sobre la psicología del personaje que lleva varios títulos construyéndose y encuentra su punto máximo en Sin Tiempo Para Morir.

Sin tiempo para morir

Pero este último baile de Craig como Bond también tiene un responsable detrás de cámaras: Cary Joji Fukunaga, director de la maravillosa primera temporada de True Detective (HBO). El realizador fue capaz de ceder su original visión del cine para entregar todo su oficio a la película 25° de la franquicia. Es cierto que el Bond de las últimas cinco películas se centró en el rol físico y oscuro del personaje, pero también en las grandilocuentes escenas de acción que aquí se cumplen como si hubiese un manual de estilo. Fukunaga respetó ese camino y logró una entrada a la franquicia mostrando respeto por el personaje más allá de su talento.

En este cierre bastante bien orquestado entre guion, dirección y actuaciones, el que queda fuera de tono es el villano. A Rami Malek le quedó grande el papel. Quizá porque perdió terreno con la historia más personal de Bond o porque sus antecesores (Mads Mikelsen, Jarvier Bardem, Christoph Waltz) fueron villanos con mayor determinación y con más matices que el de esta oportunidad. De todos modos, nunca se lo vio como una verdadera amenaza por motivación y recursos.

Pese a este último punto, No Time to Die es una de las mejores películas de James Bond de la camada Daniel Craig y que ofrece cine de acción a gran escala, pero con elementos para transitar casi tres horas sin perder la atención del espectador o generar un desgaste. Locaciones, ambientación, música y diseño de producción, todo acompañó a que la película sea exclusivamente para vivir en pantalla grande y lograron que valga la pena. Y aunque se lo va a extrañar en el rol, ya que construyó su propio Agente 007 pese a los cuestionamientos iniciales, el Bond de Daniel Craig llegó a su punto máximo de evolución muy bien acompañado en libros, producción y dirección. Valió la pena la espera.

Sin tiempo para morir