La industria atraviesa un momento crítico. Según los datos publicados por el INDEC, la capacidad instalada descendió a 56,6%, el nivel más bajo desde 2002, un número que pone entre la espada y la pared al Gobierno nacional en un año electoral.

En medio de una recesión económica sin fecha de vencimiento, el índice, que indica el nivel del funcionamiento de la actividad industrial, cayó un 7,4% en comparación al 64% registrado el año anterior. 

En sintonía con el derrumbe del 14,7% interanual, las estadísticas que consignó el organismo oficial se configuran como las más bajas en 17 años, momento en el cual el país padecía una profunda crisis económica. 

Los sectores más afectados fueron la industria automotriz -25,6%-, productos textiles -32,3%-, la industria metalmecánica excepto automotores -42,8%-, productos de caucho y plástico -47,2%-, edición e impresión -48,9%- y los productos del tabaco -56%-.

La industria automotriz registró un nivel de utilización de la capacidad instalada de sólo el 25,6%, como consecuencia de la disminución de la cantidad de unidades fabricadas por las terminales automotrices -a partir de la menor demanda local- y de la realización de paradas técnicas en algunas plantas productivas.

Se derrumba la capacidad instalada de la industria a niveles "críticos" y congela la reactivación

Además, dos de las áreas que también sufrieron un marcado derrumbe fueron la metalmecánica -69,4%- y los minerales no metálicos para la construcción -61,5%-, dos sectores que durante 2017 tuvieron un crecimiento exponencial y se convirtieron en un respiro para el Ejecutivo, con un crecimiento anual del 6,2% y 12,7% respectivamente. 

Con estos números, al Gobierno le será muy difícil esperanzarse de cara a octubre, ya que la economía anuncia un destino incierto. Desde la Casa Rosada deberán aferrarse al campo y a la cosecha récord del campo que, en línea con la estabilización del dólar y la baja de la tasa de interés, lograrían encontrar la salida menos amarga para la crisis.