Las horas de Lula están contadas. Su destino inmediato es la cárcel, aunque sus abogados aún mantienen una luz de esperanza para evitar que el ex presidente de Brasil sea detenido hoy mismo.

¿Qué ocurrió? La defensa de Lula presentó un habeas corpus para gastar la última carta posible y evitar la prisión del líder sudamericano. Sin embargo, los jueces del Tribunal Supremo de Brasil insisten en que deberá entregarse antes de las 17 horas para ser llevado a la cárcel.

La idea de la defensa del condenado por corrupción es ganar tiempo hasta el martes, aunque todo indica que el recurso de última instancia no será aceptado por la Justicia y el camino de Lula será rumbo a la prisión.

Lula, favorito para volver a ser elegido presidente en los comicios de octubre, debe presentarse ante la Policía Federal en Curitiba, donde está el tribunal de Moro en el sur del país, para empezar a cumplir una pena de 12 años de cárcel a la que fue condenado en enero.

Un tema clave es que la Justicia puede no expedirse sobre el habeas corpus y avanzar con el arresto después de que el juez de Lava Jato, Sergio Moro, firmara la orden de detención con tiempo hasta hoy por la tarde para que se presente por sus propios medios.

Desafío y golpe de efecto

Según el diario Folha de Brasil, Lula ya habría comunicado que no se entregaría ante la Justicia. De esta forma, la escena parece repetir lo que ocurrió en 1980: la Policía irá a buscar al dirigente político en medio de miles de personas que le brindan su apoyo y rechazan su detención.

En los años de la dictadura brasilera, el ex mandatario había sido arrestado por "atentar contra el orden nacional”, en medio de una huelga masiva de los metalúrgicos, al igual que ocurre hoy en las puertas del sindicato.

Fue el puntapié clave para el desarrollo político de Lula y su posterior Presidencia en Brasil, con el apoyo fiel de los gremios más fuertes del país. Al evitar presentarse, Lula intentará también dar un golpe de efecto y sostener su liderazgo en medio de la gran conmoción que se vive en las calles.    

Es decir, hoy Lula repetirá la misma escena que vivió 38 años. Buscará remarcar su liderazgo, apelar a la memoria emotivo de los trabajadores y de alguna manera crear su propio Día de la Lealtad en Brasil.