Nacida en Oakland hace 55 años, la actual senadora por California y vicepresidente electa es hija de inmigrantes -padre jamaiquino y madre india-. Abogada, comenzó su carrera política como fiscal de distrito en San Francisco en 2003 y siete años después fue electa fiscal general del estado de California.

En ese cargo, Harris fue conocida por rechazar la Proposición estadual 8 que prohibía los matrimonios entre personas del mismo sexo.

Posteriormente, en 2016, conquistó una banca en el Senado por California donde logró ganar las primeras planas de la política federal al ser una de las principales voces contra la nominación de Brett Kavanaugh, acusado a violación, a la Corte Suprema de Justicia. Desde allí participó de las masivas movilizaciones feministas en Washington contra Donald Trump.

A finales del año pasado, Harris lanzó su precandidatura presidencial como parte de una renovación progresista dentro del partido pero, a pesar de la fuerte inversión en publicidad, su figura quedó opacada por el socialista Berni Sanders.

¿Cómo llegó a la fórmula?

En julio su nombre comenzó fuerte para integrar la fórmula presidencial encabezada por Joe Biden y el 11 de agosto se confirmó: Harris será la primera mujer afrodescendiente en ser candidata a vicepresidente en los EEUU.

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La decisión, prácticamente, "estaba cantada": si bien el excompañero en la Casa Blanca de Barack Obama pudo ganar la nominación partidaria sin mayores sobresaltos, es indudable que su figura no contiene a amplios sectores jóvenes del Partido Demócrata que emergieron a la vida política en el último lustro. Alexandra Ocasio-Cortez, Rashida Tlaib, Ilhan Omar y ahora Cori Bush, entre otras, son algunas de las figuras de esta nueva camada que supo destronar en las internas legislativas a figuras históricas del establishment político.

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Esta presión de renovación se reforzó considerablemente luego de la muerte de George Floyd a causa de la asfixia producida por oficiales de la Policía de Carolina del Norte. El asesinato ocurrido el 25 de mayo pasado dio pie a una revitalización del movimiento Black Lives Matter que, desde esa fecha, ganó las calles de grandes ciudades en forma relativamente permanente.

Esa juventud afrodescendiente, latina, precarizada que sale a cuestionar y protesta contra una Norteamérica estructuralmente racista poco puede encontrar de atractivo en Biden, otro señor blanco que se parece bastante a todo el resto de los anteriores gobernantes.

La propia Kamala Harris durante los debates en la interna demócrata supo levantar estos cuestionamientos contra su, hoy, compañero de fórmula.

Así las cosas, fue "con todos". El respaldo de Sanders a Biden y la integración de Harris a la fórmula presidencial expresó el cierre de filas partidarias para lograr la unidad necesaria que coronara el triunfo sobre Trump que pronosticaban las encuestas. Y el objetivo se logró.