Argentina atraviesa el peor momento desde que se desató el brote de coronavirus. Y con un AMBA (y un par de distritos más, en el Interior) en estado de alarma, el gobierno debe, igual, dividir esfuerzos. Es que si bien no puede descuidar, ni un segundo, la cuestión sanitaria, tampoco tiene resto para minimizar la situación económica del país, con números en rojo en casi todos los índices, ya sea inflación, pobreza o producción.

Si vamos a desenredar la economía que viene, es imposible omitir las estadísticas. Semanas atrás, circuló un informe del propio Fondo Monetario Internacional en el que se calculaba la evolución del Producto Bruto Interno en este fatídico 2020. En sintonía con las otras economías del mundo, para la Argentina, el organismo preveía una retracción de su riqueza en 5,5%.

"Fueron bastante generosos", explican, por lo bajo, dentro del equipo de Matías Kulfas, a cargo de la cartera de Producción. La baja sería, en cambio, de casi el doble del cálculo hecho por el FMI. Así lo ven desde el Gobierno y queda materializado en el relevamiento -a las 40 principales consultoras nacionales- que lleva adelante el Banco Central. En números concretos, se sufriría una retracción de 9,5 puntos porcentuales este año.

Producción, pobreza, inflación y PBI: la economía que viene

En el desagregado del Relevamiento de Expectativas Mensual (REM), incluso, los valores parten desde una perspectiva bastante optimista. Para el primer trimestre se contabilizó una caída de 4,8% y en los siguientes tres meses se proyecta una baja de 12 puntos. ¿Para el tercer trimestre? Un rebote de 5 puntos del PBI, lo que implicaría que lo peor de la pandemia ya habría finalizado. Difícil de imaginar en esta circunstancia.

Dólar e inflación

Acerca de la divisa norteamericana, al menos ya existe una certeza: el cepo llegó para quedarse. Así lo expone, lisa y llanamente, Miguel Pesce, quien anticipó que, para salir del control cambiario, el ingreso de divisas debería aumentar en un 50%. "Exportamos alrededor de 60.000 millones de dólares. Si no se quiere el cepo, debería pasarse a 90 mil millones", explicó el director del Banco Central la revista Crisis, , en uno de los pocos reportajes dados desde el inicio de la cuarentena.

La incógnita que resta saber es, entonces, a cuánto quedará el tipo de cambio. En el Central ven estacionada la cotización, aunque con leves aumentos, que dejarían un dólar a 81,9 pesos para fin de año.

Recién en junio, pero de 2021, el billete con el rostro de George Washington cotizaría más de 100 pesos, para la venta, en el cambio oficial. Todo esto, sin incluir el famoso impuesto PAÍS que sigue vigente.

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En la City, sin embargo, desconfían de esa proyección oficial. "El contado con liqui está ahora 110 pesos y el blue, por encima de los 120. Sería insólito que el dólar no suba a esos valores si son los números que la gente está dispuesta a abonar", comenta a este medio un economista con línea directa a las principales financieras nacionales.

La inflación es otro ítem a observar detenidamente. Mientras que la oposición carga por la consecuencia inflacionaria de "darle a la maquinita" (se llevan emitidos un 50% de la base monetaria que existía al cierre del 2019), el Gobierno argumenta, con los últimos números del Indec, que el costo de vida se ubica la baja: en abril, los precios crecieron 1,5%, la mitad que en el mes de marzo.

Para mayo, aún sin la publicación oficial, las consultoras privadas ubican una inflación mensual entre el mismo 1,5% y el 2%.

“Falta la película a largo plazo", dice Marcelo Elizondo, economista especializado en comercio exterior. Las proyecciones parecen estar del lado del consultor: en el REM, exponen una inflación “dormida” durante la cuarentena (y el boom de emisión) pero que tendría sus consecuencias en los próximos meses. Por caso, calculan que julio tendrá un aumento de los costos del 3%, agosto, 3,3% y septiembre, 3,7%.

De la baja histórica a la expectativa en Producción

"Hay que seguir de cerca la actividad de la industria. Se llegó al nivel históricamente más bajo". La reflexión es de Martín Kalos, jefe consultor de Elypsis, quien expone -a modo de ejemplo- que la producción de automóviles, en abril, tuvo un número redondo: cero autos producidos. "Nunca, desde la década del cincuenta en que se empezó a desarrollar esa actividad, hubo ese nivel de caída", agrega.

En abril, claro está, se mantuvo el aislamiento social más estricto. Pero, 30 días después (y con la vuelta al trabajo) el incremento en el sector automotor fue mínimo, al producirse 4.802 piezas, lo que equivale a un 84,1% menos que en mayo, pero del 2019. En total, lo que va del 2020 se produjeron 70.728 autos/utilidades, el número más bajo de los últimos 18 años.

Tal como se ve en el gráfico de abajo, no sólo cayó la producción: el patentamiento de vehículos tuvo los peores registros de los últimos años.

Transmitidas esas incertidumbres, desde Producción muestran otros números como respuesta. El Ministerio marca un quiebre entre AMBA y el interior, para exponer que, en este último, la actividad se pudo recuperar a un 80%, en cuanto a la ocupación del empleo. Ciudad y Provincia, claro está, mantienen otros porcentajes más bajos.

"Quienes quieran conocer cómo está funcionando la economía hoy y cómo ayudamos a los más necesitados durante la pandemia, pueden encontrar la respuesta en este video. Trabajamos cada día para levantar a la Argentina de la postración en la que estaba", expresó, este martes, el propio Alberto Fernández, quien -por Twitter- citó un informe del Ministerio de Producción con los mismos datos que enviaron a este medio.

Pobreza

Ante estos números, el otro índice (negativo) que resta observar es, sin dudas, uno de los que causa mayor impacto: la tasa de pobreza e indigencia. Allí, los pronósticos privados suelen ser más escasos, ya sea por la metodología necesaria o la sensibilidad social de la temática. En su última medición, por caso, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) registro, al cierre del 2019, a 9.936.711 personas por debajo de la línea de la pobreza (un 35% del total de habitantes en centros urbanos). De ese porcentaje, el 8% es indigente.

De los pocos consultores que se animan a dar nuevos números, calculan que esa tasa podría aumentarse en un 15% durante la pandemia. Es decir, que uno de cada dos argentinos, quedaría por debajo de la línea de la pobreza.

En el Gobierno, desde el minuto cero, pretenden que ese porcentaje no sólo no aumente, sino que disminuya alrededor del 30%, niveles cercanos a la media de los doce años kirchneristas.

Y si bien la pandemia alteró los planes, descartan que se pueda multiplicar la tasa de pobreza al 50%: en sus cálculos (no sin antes criticar los números de las consultoras) consideran que la llegada del Ingreso Familiar de Emergencia permitirá contener a un porcentaje importante de los ciudadanos por encima de la línea de pobreza e indigencia. La cuenta que difunden es simple: si la AUH llegaba a 4,5 millones de familias, el nuevo ingreso (¿llegará para quedarse?) duplica ese porcentaje, al alcanzar a 9 millones de argentinos.

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Y, ¿el día después?

La última pregunta que queda flotando en el aire es una sola. ¿Habrá vientos de cambio en los próximos años? Kalos, de Elypsis, argumenta que el sacudón a nivel mundial, podría generar un despegue para nuevos nichos industriales del país. "Este nuevo contexto va a generar una mayor demanda de nuevos equipamientos médicos que el país está en condiciones de proveer. En ese sentido ha habido políticas públicas, incluso durante la pandemia, para que ese sector no sólo abastezca al núcleo interno sino que pueda llegar a exportar".

Un (posible) rebote también quedó registrado en los informes locales. Según las cifras del FMI y el Banco Mundial, Argentina tendría un repunte de 2 puntos del PBI para el próximo año. 2022, por caso, podría significar un porcentaje similar. Ahora bien, todos los economistas consultados en esta nota coinciden en un mismo punto. "Incluso, con ese crecimiento imaginado, no se alcanzará a recuperar todo lo perdido en 2020", comentaron.