El escenario que se configura para el oficialismo es diferente al que le tocó enfrentar en 2017 y, más aún, en 2015. Con la confianza dilapidada por un dólar a $40 y una inflación que apunta a triplicar la meta oficial -que era además el sinceramiento de otra todavía más baja-, el Gobierno se encuentra atado a la necesidad de conseguir que el FMI le adelante los desembolsos de los dos años posteriores a los próximos comicios. En ese sentido, ni el jefe de Gabinete Marcos Peña ni el gurú Jaime Durán Barba conocen la receta del diálogo y obligan al presidente Mauricio Macri a dejar guardadas a las torres para jugar con los alfiles, el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, y el  presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó.

La dupla que encarna la gobernabilidad gana presencia en medio de la crisis, cuando la herencia pesada pierde contra los impactos del bolsillo y la prédica de la esperanza y el futuro que nunca llega se apaga por una macroeconomía que no da respiro.

La dupla que encarna la gobernabilidad gana presencia en medio de la crisis, cuando la herencia pesada pierde contra los impactos del bolsillo y la prédica de la esperanza y el futuro que nunca llega se apaga por una macroeconomía que no da respiro. El líder de Cambiemos también se disfraza cuando la estrategia del ecuatoriano polarizador no surte efecto: Macri llama a la oposición al diálogo para repartir el ajuste en el Congreso, donde tiene minoría.

Mientras Frigerio se reúne con los 24 ministros de Economía de las provincias para aprobar en tiempo récord un presupuesto que le transmita confianza al FMI y los mercados, Macri invita a la foto del ajuste 2019 a los gobernadores el próximo martes a la tarde. Al mismo tiempo, y ante la subida de Cristina Kirchner en las encuestas, el primer mandatario planea un encuentro para elevar la figura de Sergio Massa y dividir el voto opositor.

Aunque sostiene a Marcos Peña como coordinador para garantizar el mensaje de un partido 2.0, Macri acude a la vieja política para gestionar la crisis.

Aunque sostiene a Marcos Peña como coordinador para garantizar el mensaje de un partido 2.0, Macri acude a la vieja política para gestionar la crisis. El peronismo, por ahora, le sigue prestando un oído cansado de la conveniencia del Presidente que, a medida que cae en los sondeos, encuentra más resistencia incluso entre los que le votaron casi todo durante los primeros dos años de mandato.

Los gobernadores Juan Schiaretti y Juan Manuel Urtubey convocan el martes a una reunión de jefes de distrito en Buenos Aires para fijar una postura común. El único miembro del oficialismo que podría estar invitado es Rogelio Frigerio, a quien el Círculo Rojo pide como jefe de Gabinete para evitar que la crisis económica se traslade a la política.

Para seguir haciendo "nueva política” el año que viene, Macri enfría por ahora las ideas del núcleo de acero del PRO -reducido desde la salida de los vicejefes de Gabinete Mario Quintana y Gustavo Lopetegui (quien sigue en el Gobierno pero con un rol menos importante)- y otorga facultades a la mesa política que sabe abrir el paraguas del consenso para confrontar la tormenta.