Si las encuestan profundizan las tendencias que vienen mostrando, el futuro no sólo será confuso para el presidente Mauricio Macri. Quienes más sufren los informes que salen de las consultoras son los opositores de la ancha avenida, que ven que sólo Cristina Kirchner crece cuando la economía no rebota, la tasa no baja, los créditos no aparecen y el poder adquisitivo merma.

Lo apuntó esta mañana en la radio el massista José Ignacio de Mendiguren: no sirven para levantar en las urnas ni la lista de Spotify de Gustavo Cerati ni el anuncio de una primera dama muy divertida. Igual que en las últimas elecciones, Sergio Massa y Juan Manuel Urtubey padecen la cultura de la grieta y sufren los golpes de la polarización.

El escenario de dos partidos lo propagan los intelectuales de la campaña macrista, Marcos Peña y el asesor Jaime Durán Barba, pero también es la gran apuesta que hace la primera oposición. Con la imagen del presidente cayendo en picada, ¿el mano a mano no le conviene a Cristina?

Aunque arrastra una derrota testimonial con la cara de Daniel Scioli y otra propia frente a Esteban Bullrich, desde el Instituto Patria desafían el pensamiento de entienden que el mismo plan puede dar resultados distintos por la economía en terapia, de la cual no tienen tan en claro que comience a mejorar en el segundo trimestre.

Del ministerio del Interior sale una propuesta parecida. La apuesta es competir con el “kirchnerismo original”, no con muletos. El escenario cambia, y lo advierte la jefatura de Gabinete, cuando a la contienda se suma el nombre de Roberto Lavagna, el economista que serrucha el piso del electorado amarillo y seduce a varios descontentos del círculo rojo.

Lavagna, en cambio, muestra números más interesantes: una imagen positiva alta, una negativa baja y un desconocimiento entre la juventud que puede ser explotado si existen los recursos. En una entrevista con Radio Con Vos, De Mendiguren afirmó que el economista tiene "la intención de jugar fuerte dentro de Alternativa Federal" y que es "quien sintetiza lo que hay que hacer en la Argentina" a partir de su experiencia como ministro en la crisis de 2002. "Siempre tuvo una enorme vocación, pero ahora lo veo con más ganas de colaborar en este proceso", concluyó.