Los vuelos británicos a Malvinas suman un nuevo capítulo a la tensión con Uruguay
El Gobierno ya hizo un reclamo formal. Cómo empezó el conflicto.
La relación entre Argentina y Uruguay fue siempre cercana en lo geográfico, en lo cultural y en lo humano. Pares en el Mercosur y compinches del turismo, en el último tiempo las gestiones de Alberto Fernández y Luis Lacalle Pou presentaron fuertes diferencias que fueron subiendo de tono. El último capítulo se agregó ayer, con una queja formal a través de Cancillería dirigida por Felipe Solá. ¿El motivo? La asistencia que le prestó el país oriental a un avión militar de Gran Bretaña que operó entre Montevideo y las Islas Malvinas.
El reclamo, que fue craneado en el Poder Ejecutivo nacional, manifestó que esta situación se repitió más de una vez con la excusa de trasladar “asistencia humanitaria”. Se trata del avión Airbus A330 MRTT que despegó de Malvinas y llegó a la capital uruguaya, en donde hizo escala para regresar a su lugar de origen.
El conflicto en cuestión se remonta al 21 de julio del año pasado, en plena pandemia, cuando el canciller Solá recibió al embajador uruguayo en Argentina, Carlos Enciso Christiansen. Allí, entre otras cosas, le planteó inquietudes sobre “la situación de los vuelos con destino a Malvinas que aterrizan a Uruguay”.
Anteriormente, en febrero de ese año, el embajador argentino en el vecino país, Alberto Iribarne, explicó que durante la gestión de Cambiemos se llevaron a cabo “13 vuelos militares desde Uruguay a las Islas Malvinas”. El Gobierno entiende que, así las cosas, se está violando un acuerdo de partes que dicta que los aviones británicos sólo pueden abastecerse en Uruguay por cuestiones de emergencia. Sin embargo, un dato no menor es que en aquel encuentro del mes de julio con Enciso Christiansen, Solá destacó el voto favorable de Lacalle Pou al reclamo argentino por las Malvinas, en nombre del Mercosur.
Pero esas buenas vibras duraron poco. A fines de marzo, en una reunión virtual para celebrar los 30 años de la fundación del bloque regional, el presidente Alberto Fernández cruzó a su par uruguayo por haber dicho que el Mercosur no debía ser “un lastre”. Así se expresó: “Si nos hemos convertido en una carga, lo lamento. No queríamos ser una carga para nadie. Una carga es algo que hace que a uno lo tiren de un barco y lo más fácil es bajarse del barco si la carga pesa mucho. No queremos ser lastre de nadie, si somos un lastre, que tomen otro barco, pero lastre no somos de nadie. Para mí es un honor ser parte del Mercosur”.
La frase de Lacalle Pou que motivó el enojo de Fernández hacía referencia, entre otras cosas, a que el bloque debía tener más apertura comercial para poder negociar acuerdos. Contaba en ese sentido con el apoyo de Brasil y Paraguay. Pero, más allá del contenido, al jefe de Estado argentino le molestó la manera en la que aludió al grupo.
Desde entonces, la tensión es moneda corriente entre Argentina y Uruguay. Sobre el episodio, Lacalle Pou explicó: “Tengo una muy buena relación personal (con Fernández). Entonces los chisporroteos que puede haber no deben de ser obstáculo. Yo por lo menos no lo voy a alegar como un obstáculo”. A su vez, profundizó su postura sobre la apertura comercial del Mercosur: “Nos va a pasar el mundo por arriba. Cuando uno ve los acuerdos que hay desde que el Mercosur se fundó hace 30 años, cómo ha cambiado el mundo, cuántos acuerdos de libre comercio, cuántos pactos de regiones con regiones. Si aguantamos 10 años más, con la vertiginosidad que se le ha dado a estos tiempos, vamos a quedar congelados”.
En ese tenso clima de declaraciones cruzadas y quejas formales se volverán a ver las caras los cancilleres de ambos países -y también de Brasil y Paraguay- en un encuentro convocado por Solá para el 22 de abril. Uno de los temas a tratar será la flexibilización del bloque.