Brasil se encuentra por estas horas conmocionado por una denuncia contra el futbolista francés Dimitri Payet por abuso físico, moral, psicológico y sexual. "Es un monstruo enfermo", advirtió la mujer que lo demandó.

Los cargos contra el mediocampista del Vasco da Gama, de 38 años, fueron presentados por la brasileña Larissa Ferrari, de 28, quien aseguró que tuvieron una relación de siete meses en la que ella fue víctima de maltrato y humillaciones.

De acuerdo a la presentación de la denunciante, Payet la obligó a realizar actos degradantes en calidad de "pruebas de amor", tales grabar videos "bebiendo su propia orina, beber agua del inodoro o lamer el suelo".

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En declaraciones a The Sun, Ferrari subrayó que el futbolista galo "es un monstruo enfermo" y afirmó: "Temí por mi vida y todavía tengo miedo". Asimismo, aclaró que "no solo" quiere "justicia", sino también "ayudar a otras mujeres que permiten ciegamente que sus parejas abusen de ellas".

Según su testimonio, el vínculo comenzó en agosto de 2022, cuando Payet -casado y con cuatro hijos en su país de origen- la contactó a través de Instagram desde un perfil falso. La joven, que accedió a su invitación para reunirse en un hotel de Río de Janeiro, afirmó que al principio "era muy dulce y romántico".

"Me abrí con él, le dije que acababa de terminar una relación y que tenía problemas mentales, y él me apoyó mucho. Lo sentí como mi refugio", recordó la mujer antes de precisar que en octubre de ese mismo año su entonces pareja empezó a pedirle "cosas raras".

La situación empeoró en diciembre, luego de que un amigo publicara en redes sociales una foto con entradas que Payet les había regalado, y el futbolista empezó a agredirla física y psicológicamente. "Me dijo que a su regreso de Francia también sería castigada sexualmente", aseguró la denunciante.

En este sentido, reveló que el jugador del club de Río de Janeiro la golpeó y abusó de ella tras una discusión y le dejó moretones visibles que presentó como evidencia ante la policía de la ciudad brasileña de Paraná. "No solo me manipulaba, sino que me hacía creer que merecía los castigos para que nuestra relación continuara. Sentía que era una condición para que estuviéramos juntos", relató.

"Dijo que era una zorra por ser brasileña. Empecé a creer que todo esto era culpa mía", agregó la joven, quien decidió terminar la relación en marzo y demandarlo ante la policía.