Hace exactamente diez días que la turbulencia del dólar viene inquietando a la Casa Rosada. La algarabía estirada de los festejos del sábado 10 de julio por la coronación de Argentina en la Copa América se empañó el lunes siguiente: el dólar blue empezaba a subir a partir de la nueva intervención del Banco Central.

Según el Gobierno, se habían ampliado los controles y restricciones para evitar que grupos económicos accedan a dólares financieros y hagan subir la cotización del Contado con Liquidación (CCL) y del MEP, más conocido como el Bolsa. Ese sábado, la moneda estadounidense cotizó a $174. La semana pasada acumuló un incremento de 5 pesos y esta semana ya subió otros 3.

Este martes cerró en un pico de 182 pesos, aunque durante la jornada se mostró incluso un peso por encima. Un número que desde Balcarce 50 preocupa por la gran brecha cambiaria con el dólar solidario, que se situó en los 167,89. Casi 14 pesos de diferencia.

Las tasas de interés, la inflación y el cepo, que se reforzó, constituyen algunos de los motivos por el que el dólar sufre continuos embates en el mercado paralelo.

Los ahorristas ven que los plazos fijos no son redituables respecto al billete verde. Hoy los bancos ofrecen una tasa anual del 37% contra una inflación que, en el primer semestre según INDEC, ya registró un 25,3%. Según el Banco Central, en mayo los depósitos cayeron un 1%.

Un vaticinio que da miedo

Roberto García Moritán, primer precandidato a legislador porteño en la lista que encabeza Ricardo López Murphy en la Ciudad, dio un pronóstico astronómico: “No quiero ser fatalista, pero un dólar a 400 mangos puede llegar sin problemas”. El empresario gastronómico y economista vaticinó que después de las elecciones “se viene un ajuste fuerte” para poder pagar “los bonos y los planes”.

Hasta el momento el ministro de Economía, Martín Guzmán, ni Alberto se pronunciaron sobre esta escalada del dólar libre. En el gobierno nacional saben que el impacto sobre los precios está al caer.

Una mayor emisión monetaria no sería la solución de cara a la meta inflacionaria. En la Casa Rosada se debate si aplicar un torniquete final al dólar oficial, con mayores restricciones pero con otra estrategia financiera, lograría contener al blue o derivaría en un efecto adverso.

Alberto conoce que es un problema cíclico de la Argentina, pero sabe que lo tiene que solucionar, aunque sea de manera superficial, porque el clima social se tensa y las elecciones no esperan.