Mi viejo, que era un tipo extraordinario, me enseñó muchas cosas. Algunas de sus enseñanzas eran explícitas; hacé tal cosa, no hagas tal otra. En otros casos aprendí mucho de sus acciones, de verlo funcionar en distintos escenarios. Esas frases o experiencias te dejan marcado para siempre.

Durante una época le fue muy bien y algunos años después le fue realmente mal. Hablo en términos económicos. Una de las cosas que solía decirme era que en este país te podés despertar y ser rico; o generalmente pobre de la noche a la mañana. Acumuló varias deudas en una época realmente compleja. Siempre recuerdo que se negaba a declararse en quiebra porque decía que eso afectaría su buen nombre y honor. Finalmente pudo pagar todo lo que debía, pero me dejó como legado tenerle terror a las deudas.

Hace un tiempo, con mi esposa tomamos la decisión de mudarnos a un lugar más amplio. Vivimos en un departamento encantador, pero la llegada de la pequeña Emilia hizo que nos quede un poco chico.

Desde hace varios años que la idea de pedir un crédito hipotecario en Argentina era impensable. Los préstamos eran a tasas ridículas y con cuotas altísimas. A su vez, los programas del estilo PROCREAR eran por sorteo. El azar y la gran política pública.

Salieron los créditos hipotecarios UVA y luego de pensarlo y debatirlo un buen tiempo intentamos acceder. Antes de ello, escuchamos opiniones de todos tipo, apocalípticas, micromilitantes, esperanzadoras y escépticas. Cuando uno toma una decisión de este estilo necesita estar convencido, porque te vas a clavar una buena cantidad de años atado a una deuda grande de la que depende tu hogar.

La buena noticia: nos dieron el crédito y encontramos un departamento que nos gustó; la mala: vivimos en Argentina. ¿Qué nos pasó? Lo que le sucedió a mucha gente. Mientras esperamos que nos den fecha para escriturar el dólar se fue de 17.70 a 19.40 pesos, lo cual obviamente generó que se desmorone la cantidad de divisa estadounidense que se puede comprar con los pesos que nos presta el banco. Porque, aunque ustedes no lo crean, los precios de las propiedades son en dólares. Increíble, teniendo en cuenta que el gobierno anterior nos había explicado claramente que debíamos empezar a pensar en pesos.

Lo que pasa es que "la flotación de la Sarlanga es así y aparte la tasa bajó". Por otro lado, “el campo no está liquidando y había atraso”, te explican los economistas mientras los rodea una humareda incontenible. Creeré en los economistas el día que alguno anticipe algo y no te la explique después, como si hubiera tenido clarísimo lo que venía. Pero lo cierto es que nadie anticipó semejante trepada. Y acá estamos, con un pánico insostenible cada vez que abro alguna página de cotizaciones que me cuente cuánta plata me tocó perder hoy sólo por estar esperando para escriturar.

En fin, mi viejo tenía razón; este país es absolutamente inviable. O al menos lo será mientras nos tengan rogando que tal o cual número no cambie demasiado para no empobrecer supinamente sin haber movido un dedo. Por ahora sólo me queda esperar, aunque si la cosa sigue así no descarto hacerme religioso y empezar a rezar.