Tras una semana en dónde la sensación es que todo lo demás quedó suspendido en el marco de la dolorosa pérdida de Diego y los avatares de su despedida, todavía compungidos por una pena indecible que nos acompañará por largo tiempo, nos adentramos en el último mes de lo que ha sido un auténtico annus horribilis. Sin embargo, y aunque este 2020 invita a no confiarse en lo más mínimo, desde lo teórico hay elementos para suponer que este sprint final puede ser atravesado con relativa calma, al menos en lo que respecta al plano económico.

Aunque este 2020 invita a no confiarse en lo más mínimo, desde lo teórico hay elementos para suponer que este sprint final puede ser atravesado con relativa calma, al menos en lo que respecta al plano económico.

A nivel cambiario, el endurecimiento del cepo y el achicamiento de la brecha generó que en octubre un 68% menos de personas adquirieran divisas en el mercado oficial. A pesar de que sólo un poco más de un millón de personas compraron dólares utilizando su cupo, el balance del BCRA arrojó en dicho mes un saldo negativo de más de 1.500 millones de dólares. En noviembre, el rojo alcanzará los 1.200 millones, dejando el nivel de reservas apenas por encima de los 38.7 mil millones.

Sólo 300 millones de estas pérdidas se deben a ventas a ahorristas. En buena medida las últimas caídas responden a la fuerte baja del oro, contracara de un mayor optimismo en los mercados despejada la incertidumbre de las elecciones estadounidenses y descontando la llegada de la vacuna. Pero también por la reducción del superávit comercial, que en octubre tuvo un resultado positivo de apenas 612 millones de dólares. Nuevamente, aquello también tiene, en parte, alguna significación alentadora, en tanto que el crecimiento de las importaciones se corresponde con cierta recuperación de la actividad. Aún así, la razón principal sigue siendo una brecha cambiaria demasiado alta que alienta retacear exportaciones y acelerar compras en el exterior.

En todo caso, son elementos que durante diciembre deberían menguar. Principalmente, debido a que en el último mes del año se espera la liquidación de la cosecha de trigo que, a pesar de que será bastante magra por la sequía, contribuirá a mejorar el saldo comercial. Por otra parte, diciembre es un mes con demanda estacional de pesos, por las necesidades de las empresas para el pago de aguinaldos. Si sumamos algunos factores coyunturales, como las limitaciones al turismo al exterior, el resultado es que no deberían atravesarse las fiestas con un tipo de cambio sujeto a mucha más presión que la actual.

Si sumamos algunos factores coyunturales, como las limitaciones al turismo al exterior, el resultado es que no deberían atravesarse las fiestas con un tipo de cambio sujeto a mucha más presión que la actual.

Las perspectivas de mayor estabilidad cambiaria han permitido avanzar en la flexibilización de algunas restricciones en el mercado de dólares bursátiles. La Comisión Nacional de Valores (CNV) redujo de tres a dos los días de parking, el tiempo en el que los compradores de bonos tienen que retener sus tenencias antes de convertirlas al dólar. Al mismo tiempo, la CNV volvió a permitir a los Agentes de Liquidación y Compensación realizar operaciones de contado con liquidación (CCL), pero estableciendo la obligación de vender más bonos en dólares que los que pueden comprar en pesos. Una medida supuestamente transitoria que obliga a los grandes operadores a intervenir en el mismo sentido que el gobierno, presionando a la baja el valor del dólar bursátil si quieren llevar sus tenencias al exterior.

El objetivo del gobierno es, hace tiempo, que el dólar bursátil se consolide como el mercado de divisas alternativo de referencia, en una suerte de desdoblamiento de hecho, para lo cual necesita dotarlo de cierta profundidad y transparencia. Cuanto más volumen y accesibilidad se le otorgue a ese mercado, menor será su volatilidad y, por ende, debería también ir limitándose la necesidad de intervención oficial. Por lo pronto, estas pequeñas relajaciones vienen funcionando y en el día de ayer el CCL se anotó una nueva baja, cerrando por debajo de los 150 pesos y reduciendo la brecha al menos del 80%, en un contexto en dónde viene acelerándose da depreciación oficial.

La incógnita es si en una economía que transcurre al menos 1/3 en la informalidad, el valor del dólar bursátil tiene la capacidad de instalarse como cotización alternativa y mantener a raya al dólar blue, que sigue siendo la única forma de hacerse de divisas para quienes tienen un excedente de pesos no declarado. En principio, a pesar de algunos saltos, por el momento esto sucede, pero en buena parte dependerá del nivel de consistencia y viabilidad de la intervención en el dólar bursátil, que genere la seguridad de que la misma es sostenible en el tiempo. En todo caso, para atravesar fin de año alcanza.

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La relativa calma de corto plazo, aunque endeble en sus fundamentos, permite contar con un margen mayor para reforzar los mecanismos de asistencia y asegurar que la época de fiestas se transite sin la agudización de tensiones sociales. En efecto, a pesar de haber descartado la aprobación de un IFE IV, fue anunciada la duplicación de la Tarjeta Alimentar, a lo que se sumará un refuerzo de la Asignación Universal por Hijo (AUH) por un monto de hasta 23 mil pesos.

Contrariamente a los términos en los que generalmente se presenta el debate, más que una contradicción entre las medidas necesarias para la estabilidad cambiaria y el refuerzo de los instrumentos para respaldar a aquellos más vulnerables, en la práctica existe una relación de condición de posibilidad. Es a medida que se reconstruye un horizonte de tranquilidad y previsibilidad económica que se amplía la capacidad del Estado para intervenir de manera más amplia y eficiente en la realidad.