La premisa de “lograr acuerdos” en la sociedad argentina es siempre ponderada por todas las fuerzas políticas, más cuando deben tomar medidas que no serán simpáticas para todos los sectores, y la coordinación, precisión y alineación de expectativas siempre lleva a rispideces que requieren liderazgo y solución.

La presencia de Miguel Acevedo y Héctor Daer juntos en televisión el domingo pasado en C5N fue más que una señal. En una Argentina que necesita gestos políticos para encontrar la calma, como insumo primordial de un próximo gobierno que deberá atender a un mercado revulsivo y una economía real rota, que los líderes de la pata empresarial y la pata sindical de la sociedad se muestren juntos y compartan conceptos es más que una señal. Es ponerle el cuerpo a la idea de buscar acuerdos.

¿Qué debe acordarse hoy?

Son muchos los problemas de la Argentina, algunos de urgencia, otros estructurales. Lo inmediato debe primar, pero sin descuidar las discusiones de mediano plazo. Pero para que estas discusiones puedan ser debatidas en el marco de acuerdos, los pasos que se den sobre lo urgente deben fortalecer los lazos entre los actores protagonistas. Por ello, es importante precisar algunos elementos importantes.

Empecemos por lo inmediato, precios y salarios. La caída de los ingresos reales ha deprimido el consumo. Recomponer ingresos es fundamental para que, por un lado, mejore la calidad de vida de los trabajadores, que hoy pugnan una pulseada con la línea de pobreza aun cobrando salarios promedios (ni hablar de quienes perciben un ingreso mínimo). Pero por otro, también es primordial para las empresas. El salario es mercado. Que se active el consumo es lo que necesitan las PyMEs para poder salir del pozo y recontratar personal.

La caída de los ingresos reales ha deprimido el consumo. Recomponer ingresos es fundamental para que mejore la calidad de vida de los trabajadores.

No obstante, cierto es que la actual situación financiera de las PyMEs les impide afrontar el bono de $5000. Por ende, se requiere el esfuerzo de las empresas en cuanto a sus listas de precios y el de los trabajadores sabiendo hasta donde pedir salario inmediato y hasta donde beneficios más estructurales.

Y ahí entra en escena el mediano plazo, particularmente lo vinculado a una reforma laboral. Tal vez uno de los principales errores de diagnóstico de Cambiemos fue, en 2017, sentirse dueños de los votos obtenidos y pretender sacar reformas integrales en pocas semanas, ocasionando la recordada respuesta social de diciembre de 2017. No pueden bajarse como las tablas de Moises reformas que no pasen un proceso de discusión entre empleadores y trabajadores.

Nadie niega que es necesaria una reforma para defender derechos de nuevas formas de trabajo y aggiornar elementos. Pero también es cierto que no pueden importarse las experiencias brasileñas o los modelos “válidos para cualquier país y en cualquier momento de la historia” que instituciones como el FMI promueve. Son los actores locales los que deben sentarse y discutir.

La productividad y la creación de valor deben ser ejes en esa discusión, lo que nos lleva a solucionar otros acuerdos estructuralmente de largo plazo: qué modelo productivo es el que la Argentina debe transitar para el desarrollo. Cómo enterramos las antinomias que atrasan como “campo vs industria” y empezamos a pensar con mirada regional y federal que lo que necesitamos es campo + industria + servicios; porque esa es la fórmula para mejorar nuestras exportaciones y, por ende, nuestra capacidad de captar dólares.

Uno de los principales errores de diagnóstico de Cambiemos fue sentirse dueños de los votos obtenidos y pretender sacar reformas integrales en pocas semanas.

Son muchos los puntos que requieren acuerdos. Argentina debe tener consensos sobre lo fiscal, lo federal, la puesta en valor del peso, la inserción internacional, el rol del estado, la distribución del ingreso, la agenda de las minorías (hoy como caso paradigmático la de género) y encontrar en cada caso los puntos de equilibrio.

El proceso no va a ser fácil y todos los actores de la sociedad que estén dispuestos a acordar, deberán estar dispuestos a ceder cosas. Con humildad y con conciencia de la crisis en la que estamos inmersos. Para coordinar y gestionar intereses disímiles se necesitará conducción política; ni exceso de confianza en los mercados, ni soberbia o llantos de pedidos hombro. Conducción. Comunicación clara y liderazgo. Es eso lo que se busca en las urnas el próximo 27 de octubre y lo que Cambiemos ha demostrado que no puede ofrecer.