Horacio Rodríguez Larreta mostró las cartas de su apuesta “al centro” con Margarita Stolbizer a su izquierda y Ricardo López Murphy a la derecha en el acto por el Día del Amigo Desarrollista. En la foto sentó también a Martín Lousteau, dándole un envión como sucesor porteño, y al outsider Facundo Manes, que resuena hace años como promesa política aunque todavía no se animó a dar el salto. Fue una nueva señal de autonomía de Larreta respecto a Mauricio Macri, en una seguidilla que arrancó con su incursión en temas nacionales -las tomas de tierras, la reforma judicial o el pliego de Rafecas- sobre los que históricamente evitó pronunciarse.

Larreta insinuó en los últimos días la que podría convertirse en una jugada clave para su carrera presidencial: aceptar a Lousteau como delfín porteño, corriéndolo de la escena nacional. Teme que una aventura presidencial del actual senador le coma votos de centro y le robe dirigentes con los que hoy quiere negociar. Por eso, empezó a despejarle el camino al mandar a Diego Santilli a la Provincia, mientras se ocupó de que desde el entorno de María Eugenia Vidal mantengan viva pero desinflada la posibilidad de que decida competir en la Ciudad. “Está a disposición de la estrategia de Horacio”, repiten. En la última semana, el jefe de Gobierno mostró a Lousteau a su lado en dos actividades públicas: el acto organizado por Rogelio Frigerio y el Festival Iberoamericano de Ideas.

En ese evento también estuvieron el intendente rosarino Pablo Javkin y su par salteña Bettina Romero, dos ambiciones de Larreta. “No me sumé al cumpleaños de Cambiemos, menos voy a ir al velorio”, repite Javkin puertas adentro desde hace tiempo. Sin embargo, hay quienes lo describen disponible a cerrar si el jefe de Gobierno se anima a un parricidio. Las negociaciones, que quedaron bajo la tutela de Emilio Monzó, incluyen a otros peronistas desencantados como Graciela Camaño y Eduardo “Bali” Bucca, pero también a otro dirigente al margen del sistema político como el presidente de River, Rodolfo D’Onofrio, y al salteño Juan Manuel Urtubey, que incluso se fue a España arrepentido de su aventura electoral junto a Roberto Lavagna.

Urtubey charla con Larreta pero al igual que Javkin se muestra inamovible: sólo se integraría a un espacio opositor que excluya a Macri. “No va a dejar que la grieta se lo trague de nuevo”, grafican en su entorno. Lavagna se muestra a contramano de ese grupo con el que tuvo cercanía y también se mantiene firme pero en su idea de reincidir con una alternativa antigrieta. Cada vez más alejado de la posibilidad de integrarse al gabinete de Alberto, el ex candidato presidencial de Alternativa Federal conversa con el socialista Miguel Lifschitz la posibilidad de compartir un espacio que compita en 2021. Esperan sumar dirigentes como Stolbizer o Javkin, asumiendo que terminarán decepcionados ante el inevitable protagonismo de Macri en la campaña del año próximo. Por ahora, ni en el peronismo ni en Juntos por el Cambio ven una amenaza en el armado de Lavagna, sino que hablan de “movimientos” que se darán en el tablero político de 2021 para aclarar el panorama antes de 2023. En esa línea también se lee el armado en el que trabaja López Murphy: el “Bulldog” quiere consolidar su propio espacio liberal republicano para competir en las legislativas, aunque posiblemente su estrategia sea fortalecer el desembarco en el Cambiemos residual que se consolide para 2023.

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Mientras Larreta se aboca a su fase “catch all”, Macri y Patricia Bullrich intentan capitalizar los banderazos que este domingo por primera vez tuvieron un elemento innovador: los actos cerraron con la palabra de organizaciones que se presentan como “apartidarias” y que ensayan discursos cada vez más reaccionarios. El ex Presidente y la líder del PRO se retroalimentan con el tono de las protestas y también ellos se radicalizan. En el larretismo incomoda esa actitud, aunque se consuelan con que -aún con el ex Presidente adentro- los “sueltos” terminarán acercándose a Larreta ante la falta de una propuesta posgrieta capaz de tomar fuerza en los próximos meses. En los zooms y actos de “centro”, Macri deambula como un fantasma al que nadie menciona pero cuya presencia enturbia la fantasía superadora que sueña encabezar Larreta.