Cuando Mauricio Macri regrese de su gira, satisfecho por haber logrado el acuerdo con la Unión Europea que lo obsesionaba, volverá a disfrutar de la tregua en los mercados y a minimizar la aritmética más cruda de la economía real. El premio de Gianni Infantino por sus años como dirigente deportivo y el apoyo de Donald Trump sirven para preservar el humor pero no alcanzan para disimular los indicadores negativos que subsisten. Adjetivo que le cuelgan ahora al convenio con la UE, “histórico” sería que el ingeniero obtenga el aval para un segundo mandato después de tres años de recesión sobre cuatro, inflación récord, caída del poder adquisitivo, devaluación del 250% y retorno del desempleo.

Gracias al dólar dopado por el Fondo, el Presidente recupera puntos en la imagen y llega a las primarias mejor de lo que le auguraban detractores y rivales. Pero su obra de gobierno está a la vista y pega, cada día, en un continente de heridos. La recuperación que adivinan en Casa Rosada, en cambio, todavía tiene que llegar a los bolsillos.

Macri da batalla con el respaldo de las fuerzas aliadas que lo eligen como mal menor. Otra vez en sintonía, el mercado, una facción del Círculo Rojo y los accionistas de Cambiemos están apostando juntos a extender por cuatro años más el actual experimento en el poder. El gobierno juega todo a reactivar el consumo, con un populismo de emergencia que se extingue al día siguiente de las elecciones.

Otra vez en sintonía, el mercado, una facción del Círculo Rojo y los accionistas de Cambiemos están apostando juntos a extender por cuatro años más el actual experimento en el poder.

De acuerdo al último informe de Eco Go, desde abril el macrismo otorgó 1,7 millones de créditos Argenta por un monto total de $54.000 millones, una cifra equivalente al 0,26 % del PBI. Un millón fueron a beneficiarios de la AUH, 400.000 a personas que perciben asignaciones familiares y 290.000 a jubilados y pensionados. Mucho para un proyecto que se abraza al dogma del ajuste y poco si se compara con los 50.000 millones que destinó la ANSES durante los tres meses de campaña de 2017, en un contexto en el que la economía crecía y la corrida estaba escondida todavía a la vuelta de la esquina.

A casi 40 días de las PASO, en el Instituto Patria no se preguntan tanto por los votos propios sino por los que pueda obtener Macri para su reelección. Convencidos de que el Presidente espantó a una porción de sus adherentes y conformes con haber reunido a la mayor parte de los aliados que se habían ido en 2015, los incondicionales de Cristina Kirchner buscan descifrar un enigma: dónde pueden estar los votos que le den al ingeniero el pasaporte a un balotaje o a una eventual victoria.

El combo de las encuestas y los resultados provinciales configura un mapa que se define en los distritos más grandes. El escenario proyecta un cálculo generoso para el oficialismo: uno de cada dos votos en Ciudad de Buenos Aires y Mendoza, uno de cada tres en la inmensidad bonaerense, uno de cada cinco en Santa Fe y el enigma de una Córdoba que alguna vez eligió a Roberto Lavagna. Esa composición, a Macri no le alcanza. Los sondeos que dice tener el cristinismo en su poder marcan una ventaja de 12 puntos para la fórmula de los Fernández. El 11 de agosto y la votación en provincia de Buenos Aires en octubre pueden precipitar el desenlace.

Los incondicionales de Cristina Kirchner buscan descifrar un enigma: dónde pueden estar los votos que le den al ingeniero el pasaporte a un balotaje o a una eventual victoria.

La política entra en zona de definiciones con dos ofertas contrapuestas desde lo escénico. Rodeado de líderes globales, el Presidente perfila una campaña que corre riesgo de tener más adherentes afuera que adentro. Nada más lejano que la CFK que hace escala en Chaco antes de volar a Cuba o de un Alberto Fernández que le habla a los mecánicos de SMATA, la aristocracia obrera que creyó que se terminaba el Impuesto a las Ganancias y no imaginó las suspensiones que venían.

Todos hacen apuestas. Mientras ayer en el Palacio Bosch, José Luis Espert era la estrella del barbecue del Día de la Independencia, en un restaurante de Palermo dos maltratados por Macri, Jorge Brito y Carlos Melconian, se reunían aparte para descifrar el país que viene.

Los sondeos que dice tener el cristinismo en su poder marcan una ventaja de 12 puntos para la fórmula de los Fernández. El 11 de agosto y la votación en provincia de Buenos Aires en octubre pueden precipitar el desenlace.

En las primarias y en las generales, el Círculo Rojo y los dueños de las decisiones quedan congelados a la espera de un pronunciamiento que los excede. En el fernandizmo, ven que el Frente de Todos no tiene mayor competencia en el espectro que pretende representar. Sólo aparecen el Frente de Izquierda y Consenso Federal con posibilidad de arrebatarle votos. Macri, en cambio, enfrenta el desafío de Roberto Lavagna, el huracán Espert y Juan José Gómez Centurión, una invitación más a los desertores de Cambiemos.

Según la consultora que dirige Marina Dal Poggetto, hoy el mercado vuelve a festejar la “gobernabilidad” que le da Miguel Angel Pichetto a Cambiemos y tolera un “poco menos de ajuste de corto plazo” para facilitar el resultado electoral. “Si el mercado compra mayor gobernabilidad de Cambiemos para poder llevar adelante las reformas necesarias a partir de 2020 y descomprime riesgo país, dólar y tasas de interés, se modera la eventual venta de reservas netas del Banco Central, hoy reducidas a U$S 20.700 millones”, dice. Una generosidad pocas veces vista. Y un despliegue de fuerzas descomunal para sostener a un candidato que está a años luz de las expectativas que generó.