Mientras el mundo se reventaba a cebollazos, nosotros -los neutrales de siempre- andábamos en la de arreglar la chiquita. Castillo había resuelto ir a las elecciones con su candidato conservador, el presidente del Senado, Robustiano Patrón Costa, un empresario azucarero de Salta, provincia que había gobernado, y al que le iba bien eso de explotar trabajadores y prácticas por el estilo.

Pero Castillo, además, tenía miedo de que lo voltearan, especialmente su ministro de Guerra, Juan Nerón Tonazzi. Así que lo rajó y nombró a Pedro Pablo Ramírez, que venía del Grupo de Oficiales Unidos y mantenía la idea neutralista.

Cuando radicales, socialistas y demócratas progresistas vieron lo de Patrón Costa entraron en pánico, y ahí nomás fueron a ofrecerle al flamante ministro de Guerra la candidatura para agarrar la papa caliente. Ni bien trascendió la reunión, el Presidente le echó flit.

Ramírez
Ramírez

Intolerable, oigan. No quedó otra que juntar en Campo de Mayo 8.000 uniformados e ir a explicar cuántos pares son tres botas a la mismísima Casa de Gobierno. Y a marchar. A la altura de la ESMA, las tropas leales atacaron el convoy golpista. Con una factura de 30 mortadelas los valientes siguieron el camino hasta la Rosada.

El presidente Castillo, con los papeles mojados, se embarcó en el rastreador Drummond rumbo a Uruguay. Para que no rompieran nada, dejó la puerta de Balcarce 50 sin llave, por donde entraron Pistarini, Farrell, Ramírez, Verdaguer y Sueyro a preparar el comité de bienvenida a la comparsa encabezada por el General Rawson: el nuevo presidente.

Seguidilla de mandatarios de facto

Arturo Franklin Rawson se hizo cargo del gobierno provisional. Era santiagueño y militar, compartía nombre con el presidente de los Estados Unidos y no vamos a perder más líneas en él. Ni siquiera figura en nuestra lista presidencial. Estuvo tres días. Cuando quiso armar un gabinete, le contaron cuánto valía un peine y que el Ejército no lo bancaba mucho. Le renunció a Ramírez y se fue de embajador a Brasil.

Entonces asumió PP Ramírez. Entrerriano, militar, formado en el ejército alemán, fue jefe de informaciones del Estado Mayor y desde ahí le dio una mano a Uriburu cuando se cargaron a Yrigoyen en el ´30. Después fue ministro de Guerra, organizó el Golpe y se quedó con la silla del repugnante Rivadavia.

Rawson
Rawson

Arrancó con el manual: cerró el Congreso y liquidó a la CGT 2, la comunista. A otro lado con sus pataletas, que acá nos jugamos el futuro del mundo e intervino las universidades, porque los chicos podían ponerse revoltosos y no daríamos esa imagen.

Le dio una vuelta de tuerca a lo de darle una mano a los aliados cuando puso a Segundo Storni de canciller y tuvo que recular cuando se filtró una carta en la que por poco decía que quería ir a tomar Berlín con los 8.000 pibes de la revolución. Hubo que sacarlo, poner a Gilbert y recordarle al mundo que nosotros no somos ni chicha ni limonada, que bastante tenemos con lo nuestro. Borró lo de provisional que tanto seducía a los partidos que habían apoyado el Golpe y aclaró que iba por la conciencia de la patria.

Aparece en escena: Perón

Pero en siete meses se convirtió en calabaza. Surgía la figura del secretario de Trabajo, un tal Perón, que iba armando con los sindicatos y Farrell, ministro de Guerra, se hacía con la vicepresidencia por la muerte de Sueyro. Las cosas caras, los sueldos bajos, escasez de nafta, las bolas llenas. Y encima Ramírez, presionado, terminó rompiendo con Alemania y Japón. Los fascistas se expresaban en la calle y la madre patria del norte pedía una pruebita de amor.

Era complejo. Empezó a circular el rumor de que íbamos a la guerra y que a los soldados bajo bandera los mandaban a la lejana Asia. Farrell y Perón estaban atrás de esto. Ramírez convocó a una asamblea del GOU y, creyendo que había arreglado las cosas, pidió la renuncia de Farrell al ministerio. Perón gritó por los pasillos ministeriales que a Farrell le harían una injusticia. Al carajo.

Una comitiva del GOU le fue a contar a Ramírez que había manejado mal el tema del corte de relaciones, que había pánico en la población y que olvida mi nombre, mi cara, mi casa y pega la vuelta. Un poco resistió, pero, vieron cómo es esto, delegó en el vice. Unos días después, ya convencido de que no tenía fuerzas que lo pudiera sostener, le renunció a la Corte Suprema.

Perón
Perón

Militar, bonaerense, con formación en el ejército de Italia, Edelmiro Julián Farrell se convirtió en el nuevo presidente de facto. Su vice sería Juan Domingo Perón, además, estaba pluriempleado como secretario de Trabajo y ministro de Guerra.

Perón fue el MVP del Gobierno del descendiente de irlandeses. Este coronel promovió la sanción del estatuto del peón de campo, la creación de los tribunales del trabajo, la firma de múltiples convenios colectivos con la mediación de la secretaria de Trabajo, instituyó el aguinaldo y las vacaciones pagas, se instauró la indemnización por despido y se sumaron miles de trabajadores al sistema previsional.

Con el paisaje de guerra, se fundó la gobernación militar de Comodoro Rivadavia para proteger la región petrolera de una invasión. Había que cuidarse de todo y de todos.

También dimos nuestra lanzada a moro muerto. En marzo del ´45 le declaramos la guerra a Alemania y a Japón con valentía. Es probable que allá no se hayan enterado porque ya estaban todos bajo escombros, pero quién nos quita lo bailado. Ganamos.

Las reformas sociales no gustaban mucho a los que venían llevando la batuta desde hacía 130 años, la figura de Perón crecía, la de Farrell no, el grupo derechoso del Gobierno se hundía y se hacía cada más fuerte el reclamo de elecciones democráticas, porque si se acuerdan todo esto era provisional. Y se armó la gorda un 17 de octubre.