No sé si usted lo sabe pero, por lo general, al porteño hay que ayudarlo a cruzar el Puente

Pueyrredón. Eso hizo el quilmeño Carlos Bianco con el egresado del Nacional, Axel Kicillof.

Los amigos keynesianos no cayeron en la parálisis por la derrota de diciembre de 2015 y,

aunque podrían haberse quedado en CABA para repetir Kicipaloozas —como el de Parque

Centenario, diez días después de asumido Macri—, eligieron la Provincia de Buenos Aires. En el conurbano los globos amarillos del modelo neoliberal se pincharían solos y más rápido.

El Aníbal de Axel

En marzo de 2016, más de 3000 personas se amontonaron en las canchas de papi fútbol de

la Universidad Nacional de Quilmes para escuchar al ex Ministro de Economía hablar sobre

ajuste, endeudamiento y desindustrialización. Fue idea de Bianco, romanticón, llevarlo allí

donde se habían conocido durante el segundo semestre del 98, cuando como alumno de

Comercio Exterior asistía al curso que Axel brindaba sobre Corrientes Económicas

Contemporáneas. Estudiante del turno noche, camionero de día: “Carli” manejaba uno de los

dos camiones que su viejo tenía para hacer transporte y logística.

La formación del afiliado al PJ y también presidente del Club Social y Deportivo Tucumán,

en Quilmes Oeste, continuó con un posgrado en Economías Latinoamericanas en CEPAL y

un doctorado en Desarrollo Económico. En 2002 se convirtió en ayudante de la cátedra

Teubal/Kicillof de Economía II para la carrera de Sociología en la UBA y en 2004 se sumó a

CENDA. El think tank de su referente y mentor era todavía lejano al kirchnerismo, no solo

por sus ideas sino porque se conformaba por una estudiantina ajena a la rosca en la que sí

entraron años después. Ya en la función pública, entre 2013 y 2015, Bianco fue secretario de

Relaciones Económicas Internacionales en Cancillería. Desde la experiencia, Héctor

Timerman le decía que aflojara un poco con la lectura de los diarios. Bianco, un tipo de sus

afectos, lo bancó hasta el final de su enfermedad.

Ahora venga, lector, pase, si yo sé que lo que usted quiere es ver el Clio. El corcel modelo

2011 que hizo posible la cruzada bonaerense, el bólido que fue oficina, sala de reuniones y de

prensa. En tres años y medio de campaña “pueblo a pueblo”, recorrió los 135 municipios de

la provincia madre, acumuló varios miles de kilómetros y pesos en multas. Pero valió la pena,

porque después de tanto trajín el conductor, armador y jefe de campaña se transformó en

Jefe de Gabinete de Ministros. La victoria se festejó con los temas de Les Kukis a todo

volumen, como en las recorridas, y con el Kicimovil, corazón de la fiesta, metido en el Morán,

el espacio cultural de Kicillof. Meta “pim, pum, para la provincia” pero en Agronomía.

Después del jolgorio llegó la realidad, muy de la manito del Covid. Hoy, dicen desde La Plata

que Bianco “quiere ser el Aníbal de Axel”. Valora en público el rol de Máximo y dice que La

Cámpora tiene territorio en todo el país con “una capilaridad muy importante”. Pero por lo

bajo certifica que “el gobernador es Axel, los lugares son de Axel”.

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Entre los intendentes que reportan directo a Olivos y Bianco dicen que hay “desprecio mutuo

a cielo abierto”. El perfil de hombre recio no le alcanza para subordinarlos y el plan jefatura

friendly, a lo Fede Salvai, no le interesa. Mientras tanto, Carlos atiende sin pausa a la prensa

y cuenta los malabares que se hacen en PBA para gestionar la pandemia. Debe pensar con

nostalgia en los mates que Axel le pasaba mientras él manejaba y el sol todavía no les daba

tan de frente.