“En cualquier país del mundo la deuda se paga con deuda; se renuevan los vencimientos porque hay confianza y credibilidad y se van renovando, si Dios quiere, a tasas más bajas”, decía Alfonso Prat Gay en octubre de 2016. Dios no quiso y el mercado tampoco. Con el riesgo país arriba de los 2.000 puntos como herencia no será posible para el gobierno entrante refinanciar las deudas sin iniciar negociaciones previas. Los vencimientos asoman como un desafío urgente para Alberto Fernández.

Más allá de las alternativas de una necesaria renegociación de términos de deuda tanto con organismos internacionales como con acreedores privados, buscamos detenernos en la situación base: cuánto vence de deuda en el 2020 y con qué herramientas cuenta la Argentina para afrontarlo.

Previo a lo que ocurra en el inicio de una nueva década, queda aun un mes y medio por delante de un 2019 que no nos suelta. La estrategia post cepo del BCRA de aflojar la rigidez monetaria al emitir pesos para comprar dólares, y así engrosar el nivel de reservas, tiene de cara los vencimientos cercanos. En lo que resta de noviembre y diciembre vencerán alrededor de USD 3.000 millones en moneda extranjera y unos USD 6.400 millones en pesos.

Partiendo de los USD 43.500 millones de reservas internacionales brutas con los que se cuenta ahora, al descontar conceptos que no son de libre disponibilidad (swap con china, depósitos, Basilea, etc) las reservas disponibles que heredará Alberto Fernández rondarán entre USD 6.000 y USD 9.000.

En el 2020 los vencimientos ascienden a casi USD 50.000 millones. Si tomamos la deuda con terceros, es decir, aquella que no contabiliza las obligaciones intra sector público y solo considera acreedores privados y organismos internacionales, tenemos vencimientos cercanos a USD 26.000 millones en moneda extranjera y casi USD 14.000 en moneda local. A su vez, el grueso de estos vencimientos es de emisiones bajo legislación local y solo USD 6.500 millones corresponden a legislación extranjera; dato importante a la hora de pensar en estrategias de renegociación.

Los números hablan por sí solos; aprietan el panorama del corto plazo. Dado que no es posible refinanciar automáticamente las deudas, como le rezaba Prat Gay a Dios, el gobierno de Alberto Fernández tendrá tres alternativas: cobrar más impuestos, intensificar el ajuste y/o renegociar deuda.

Fernández declaró en el marco de sus conversaciones con Kristalina Georgieva, la nueva directora del FMI, que el ajuste no es una opción. La otra tenaza que limita el margen de maniobra es justamente la economía real; el 40% de pobreza, la recesión, los 17 meses de caída de la industria y el comercio. La convocatoria a una mesa de trabajo para abordar el hambre y la mal nutrición en Argentina son una declaración de qué prioridades serán establecidas.

El gobierno de Alberto Fernández tendrá tres alternativas: cobrar más impuestos, intensificar el ajuste y/o renegociar deuda

Por ende, mayores cosas pueden abordarse en lo que refiere a recaudación tributaria y negociación de deuda. Sobre el primero, se abre la pregunta de qué tributos pueden sumar recursos ante una presión impositiva que ya de por sí es muy elevada y cuyos principales problemas están en la estructura, más allá del nivel.

Alternativas viables pueden ser la suba de retenciones a las exportaciones, las cuales hoy están en 26% para la soja y cerca del 9% promedio para otros productos (política que tiene que a su vez entrar en un difícil equilibrio con un plan de estímulo a la inserción internacional inteligente de producción con valor agregado), retrotraer el retroceso escalonado en el impuesto a los bienes personales que estableció la reforma de 2017 y valerse de lo que pueda aportar el Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS), el cual entre obligaciones contraídas y pérdida de valor de activos por la corrida iniciada en abril de 2018 no puede dar mucho de sí. Estudios recientes indican que no podría contarse con un disponible mayor a USD 5.000 millones.

La combinación de políticas de reactivación, recaudación y renegociaciones de deuda deberá tener la precisión de un cirujano en un esquema donde todos los equilibrios previsibles son frágiles. Requerirá de liderazgo y pericia para sortear una herencia muy pesada y de corto plazo. Dios quiera que así sea.