En el Rumba Café, en Washington DC, hay un cuadro con una foto chiquita de Goyeneche y Aníbal Troilo. Están sentados en un bar contra una ventana de madera rectangular y grande, mirándose sin hablar porque son tangueros, con todo el tiempo soleado por delante.

¿Que les cuesta a mi Presidente Mauricio Macri y al turro de Alberto Fernández sacarse una foto para la historia?

En la política está suspendido el tiempo de la malaria convencional y las alegrías regulares. No tiene sentido perderse la foto nítida de los gestos graves en papel ilustración que no se pone amarillo.

Es obvio que tendría que sacarla Víctor Bugge, el fotógrafo presidencial dede hace mil años que es casi la única política de Estado en la Argentina.

Si la foto pasa, mi futuro Presidente don Alberto Fernández, ex el turro, va a salir más chulo que mi forever Presidente Macri, porque los ojos del fotógrafo siempre están en lo que viene.

La mejor campaña para Macri es ser el jefe de la transición. Lo mejor para Alberto Fernández es que la cosa no se caiga más. Los dos son socios que no se animan al glamour de una Nikon, al ruido de vida vertiginosa del obturador.

El niño bartender de Parque, en Palermo, sirve el vaso de agua gratis con tanta dedicación que me animé a pedirle un whisky sour. Le sale bien. El techo tiene ramas y hojas, es un poco para abajo darse cuenta después de un rato que son de plástico.

En Parque la capitana me dijo que esto va a ser Venezuela. Me pareció que lo decía con una sensación fea en las amígdalas. Yo creo que más bien viene el show para ver en la tele de la interna en el próximo poder, que me parece tampoco va a ser tan terrible, Cristina y Alberto conversan en la cocina de cualquiera de los dos hace muchas horas de vuelo de conversación.

En un bar heladería de Palermo UCES tomé un café con José Natanson. Me dijo que Alberto se parece más a Duhalde que a Kirchner.

Llamé a Correa y el joven heredero me pasó un precio. Justo ese día había sido la devaluación. Cuando llegué valían bastante más. El local es chico, sentis la gravitación de todos esos zapatos tan lindos y artesanales. Compré un par. El monotributista opositor del futuro muy cercano necesita zapatos lujosos para ser creíble.