La incertidumbre, esa palabra que Mauricio Macri convirtió en sinónimo de su gobierno, llega por estas horas a lo más alto del poder. Como pocas veces. De tanto atribuir la inestabilidad a factores externos a su gestión, el Presidente se acomodó en esa zona donde pasan cosas que no hay manera de prever ni dominar. Las primarias abiertas asoman como impredecibles, con pronósticos de los más variados, entre la realidad insoportable que denuncia la oposición y el saldo autocomplaciente que emana de la Casa Rosada. Alguien está desconectado de la realidad.

Dicen en el oficialismo que Macri enfrenta la jornada de las PASO con la misma falta de certezas que gran parte de la sociedad. El excel de Balcarce 50 no le brinda las garantías que precisa. Lo mismo se percibe entre factores de poder que se confiesan a ciegas o se marean por el gap que subsiste entre las expresiones de deseo y los hechos. Actores que ganan todos los días con información privilegiada, hoy no saben que va a pasar. Síntoma de fragilidad, nada provoca más nerviosismo.

Dicen en el oficialismo que Macri enfrenta la jornada de las PASO con la misma falta de certezas que gran parte de la sociedad.

Las elecciones más importantes desde el regreso de la democracia, según la consigna del macrismo, transcurren con todas las profecías bajo sospecha. En la alianza Juntos por el Cambio, lo que no deja dormir a nadie es la provincia de Buenos Aires. Las dudas son tantas que en el gobierno circula en las últimas horas un cuadro detallado con escenarios optimistas y pesimistas para el territorio madre de todas las batallas.

Con un nivel de participación estimado en el 75%, define como buen resultado una derrota de María Eugenia Vidal ante Axel Kicillof por 1 punto y, como malo, una distancia negativa de 7. En el escenario A, pronostica una ventaja del candidato opositor de 5% en la primera sección electoral y de 10% en la tercera, con una diferencia positiva de 15% para la gobernadora  en el interior, un continente de menor de peso que las dos secciones decisivas. En el escenario B, cálculo más ingrato para Juntos por el Cambio, Kicillof aparece 10 % arriba en la primera, 15% en la tercera y 5% abajo en el interior. Los resultados que se esperan para el Presidente son peores: en el mejor de los casos, terminar 7 puntos detrás de los Fernández en provincia; en el peor, 12. El cuadro comparativo incluye un elevado corte de boleta a favor de la gobernadora, de entre 5 y 6 puntos.

Dependerá de los  votantes y del nivel de participación, que el resultado de las PASO se emparente con los números de las encuestas, sea definitivo o pueda revertirse. Pero tendrá mañana mismo su consecuencia en los mercados, el frente de tormenta que más perturba a Nicolás  Dujovne y afecta especialmente a Macri. País del corto plazo, Argentina no sólo reiniciará el lunes una campaña turbulenta hasta la primera vuelta. También tendrá que hacer frente a los vencimientos de deuda que están pendientes: más de 8.000 millones de dólares hasta noviembre entre Letes y Lecap, según los números de la consultora Eco Go. ¿Con cuántas reservas netas piensa llegar el gobierno a diciembre?

Según los números de la consultora Eco Go, Argentina tendrá que hacer frente a más de 8.000 millones de dólares de vencimientos de deuda, entre Letes y Lecap.

En 75 días, el camino de definiciones puede terminar con los enigmas o dar paso al último choque en un balotaje. Pero hay algo que parece fuera de duda: aunque se defina por un voto, la derrota será estrepitosa. Para la oposición, costará muchísimo explicar la caída ante  un proyecto que terminará su mandato con indicadores más altos de pobreza y desempleo, tres años de recesión, una devaluación de 250% y una inflación acumulada que las consultoras del mercado estiman en 252%. Más, después de un esfuerzo innegable para rearmar los pedazos de lo que fue el Frente para la Victoria, con la candidatura de Alberto Fernández, el regreso de Sergio Massa, la venia de la mayor parte de los gobernadores, la reconciliación con el sindicalismo y la alianza con los movimientos sociales.

Aún con el mérito  que se adjudica como primer ensayo no peronista que logra terminar sus días de gobierno, una derrota de Macri arruinará un despliegue formidable y una oportunidad histórica. Atrás habrá quedado la expectativa de una mayoría ajustada de la sociedad, el apoyo  militante de las elites, el acompañamiento de los grandes medios, el blindaje descomunal del Fondo y el sostén incondicional de Donald Trump. El que pierda esta elección, no sólo deberá empezar de cero. Además, tendrá que revisar sus cimientos.