Más allá de la breve estabilidad económica de las últimas semanas, los datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Indec, indicó un crecimiento de la pobreza entre los trabajadores del orden del 7% en el último año y alcanzó al 24,5% en el primer trimestre del año. 

Es decir, casi un cuarto de la población que trabaja no cuenta con los ingresos necesarios para cubrir con la canasta de alimentos básicos que, en un año se encareció entre un 60,9% y 64,2% contra el aumento de salarios y jubilaciones que promediaron el 35%. Estos datos sin tener en cuenta los ingresos de los trabajadores informales y monotributistas registrados, que desde la recesión iniciada en abril de este año aumentó fuertemente. 

Si se compara con la medición realizada el año pasado, esta cifra abarcaba al 17,3% de los habitantes de las zonas urbanas. Son 4.530.000 personas que trabajan (jefe de hogar), pero aun así son pobres y no alcanzan los $31.148 que una familia tipo (matrimonio con dos hijos) necesitó en junio para no ser pobre. En mayo era de $30.337,84. 

Si bien los datos son drásticos, no sorprenden ya que en 2018 se produjo la devaluación y la caída del salario real más importante desde 2002 y la inflación más alta desde 1991.  El informe, justamente, estudia el periodo abarcado entre el tercer trimestre de 2018 y el primer trimestre de 2019.

Un informe del Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas (IPyPP) analizó estas estadísticas y remarcó que “pese a que se trata de un momento del año donde la población trabajadora percibe aguinaldo y refuerzos sobre Asignación Universal por Hijo (AUH) y Planes Sociales, la pobreza llegó al 34,1% y la indigencia al 7,1%, superando la medición del segundo semestre de 2018”.