¿Te suena Laurie David? Tal vez sí te suene Larry David, marido de Laurie entre 1993 y 2007, año más año menos. Larry es creador, productor ejecutivo y protagonista de la sitcom de HBO Curb your enthusiasm. Ah, y también fue cocreador, coguionista y coproductor ejecutivo de Seinfeld. Las regalías de estos shows les significaron a los Davids una fortuna ganancial, según algunos cálculos, cercana a los 400 millones de dólares.

Laurie lleva tiempo ya dedicándose al pasatiempo preferido de muches cónyuges de millonaries con complejo de ociosidad y/o culpa: la filantropía (no es crítica, todo lo contrario). Laurie es una pionera del ambientalismo en Hollywood. Era una combativa abanderada del movimiento ecologista en Tinseltown cuando todavía no era cool serlo. Después vendrían Leo di Caprio, Matt Damon y demás.

Resulta que hace algunos años, circa 2007, Laurie organizó una gira de "conciertos por el calentamiento global” (recordemos que ya no es kosher hablar de "calentamiento global”, ahora la amenaza mutó en llamarse "cambio climático” o "extreme weather”). Para recaudar fondos el tour se inició comme il faut con una gala benéfica en la que se dieron cita estrellas y estrellos de la pantalla grande, la chica y los escenarios. Todo a un precio exorbitante para que los árbitros del glamour y el poder de la imagen vean, sean vistos y de paso ayuden a salvar la selva amazónica. Lo que se acostumbra en estos casos: una comida careta con papparazzi en la red carpet con algún show ad honorem de músicos consagrados y/o comediantes de pie (es la mejor traducción que se me ocurre para "stand-up comedy”).

Para el citado sarao Laurie invitó a tocar a Sheryl Crow, autora e intérprete del gran hit noventero "All I wanna do”. Sheryl también hizo un cover muy resultón del megaclásico the led Zeppelin "D’yer maker”. Pero volvamos a la festichola con la gente linda de las pelis, la tele y afines. La Crow, muy compinche de la David y también conocida como una de las primeras agitadoras del ambientalismo en la farándula gabacha, subió al escenario, cantó una canción con su voz ultra sexy y recibió la debida ovación. Cuando los aplausos menguaron, la rockera se acercó al micrófono y pronunció más o menos lo siguiente: "Gracias por estar aquí y ayudar al planeta. Protejan el rainforest, usen sólo un cuadrado de papel higiénico cuando vayan al baño. Tres o cuatro en casos extremos. Si lo doblan bien no hay riesgo de pringarse los dedos".” La ovación se convirtió en un silencio de varios segundos eternos. No se oía un tenedor, no volaba una mosca. La organizadora, la señora de David, exhaló resignada. Su reflexión, dicen, fue algo así: "Sheryl es divina y lo hace con la mejor de las intenciones, pero tenemos que sacarla del medio porque desprestigia seriamente a la causa".”

Pobre Sheryl. Si su comentario fue un chiste fue de muy mal gusto. La farándula recién iba por el primer plato. Si lo dijo en serio, en fin. Durante la gira que siguió a aquella primera noche para el olvido, la cantautora no tuvo mejor idea que continuar insistiendo con la higiene rectal, tal vez queriendo restarle importancia. En el afán de caerle en gracia al público mayormente juvenil que acudía a verla en distintos campus universitarios se sumergió más y más en las arenas movedizas de la autoparodia, proponiendo ideas a cual más absurda para proteger el medio ambiente. Aquí hay un clip.

Del ridículo no se vuelve, dicen por ahí. Para peor, la buena de Sheryl acarreaba ya un historial de estadías frecuentes en centros de rehab californianos. Se empezó a cimentar la creencia de que tras tantos años de meterse todo tipo de farlopas ya no estaba en pleno uso de sus facultades. El faux pas le hizo considerable daño a su carrera musical. Long story short, nunca terminó de recuperarse del ostracismo artístico. La boludez del papel higiénico es un albatros que la persigue desde entonces. Nunca volvió a meter un hit desde aquella metida de pata. Hoy debe vivir de tocar All I wanna do una y otra vez en bodas y convenciones de ventas de Mary Kay.

Ahora bien ¿a dónde quiero llegar con todo esto?

Al harto frecuente caso de las causas justas que resultan secuestradas y perjudicadas por portavoces y portavozas que les juegan en contra ("hijacked” como dirían los gabachos). Influencers pírricos, como se me dio por titular esta columnita. Activistas que parecieran empecinados en banalizar, desacreditar, ridiculizar, esmerilar, debilitar y boicotear desde dentro los movimientos sociales o culturales en que participan. Elementos muchas veces indeseables e impresentables que, paradójicamente, se vuelven prominentes abanderados mediáticos.

Hay docenas y docenas de casos. Movimientos legítimos y necesarios que son saboteados a veces con saña irrefrenable por sus propios adherentes. En muchos casos sus representantes más visibles y ruidosos. ¿Son cabezahuecas con tiempo libre que lo hacen sin querer queriendo? ¿Quintacolumnistas en una misión planificada? Si nos ponemos psicoanalíticos tal vez el objetivo inconsciente es descarrilar la causa que dicen defender. Los freudianos de café dirían que, así como el que fuma o sufre demasiados accidentes de tránsito siente un velado deseo de morir, es dable sospechar que muchos de estos salvavidas de plomo erosionan las causas en las que se involucran deliberadamente aunque no lo sepan. Acaso disfrutan tanto la épica y la adrenalina de la lucha que no quieren que termine nunca. Tal vez buscan perpetuar el status quo y así mantener sus grupos de pertenencia. Ergo la curiosa estrategia de dar dos pasos hacia delante y tres pasos hacia atrás.

En los 80, después de décadas de dictadura, España había elegido mayoritariamente un gobierno socialista, atravesaba el furor sexual de "el destape” y disfrutaba de la exuberancia artístico noctámbula de la movida madrileña. Curiosamente, muchos antiguos opositores al generalísimo solían decir, medio en joda medio en serio: "contra Franco estábamos mejor”. Sin un enemigo la vida se había vuelto aburrida, errática, cargada de tedio existencial.

Hablando de esto con un colega me sugirió una teoría levemente diferente: a veces el problema es que estos elementos no están interesados en lograr pequeñas victorias incrementales o graduales. Se aburren cuando se les propone avanzar sobre seguro con objetivos a largo plazo. Quieren triunfos inmediatos, eufóricos, orgásmicos. Todo o nada. Si el tema exige paciencia prefieren patear el tablero, abandonar, volver a fojas cero e incluso inmolarse.

Ahora bien, agarráte cuando una causa logra seducir a un mecenas y/o manotear una partida presupuestaria. Ni hablar si logra acurrucarse en el estado. Cartón lleno. Pasa a aplicar a cara de perro el llamado Principio de Shirky: "Las instituciones intentarán perpetuar el problema que fueron creadas para resolver” ("Institutions will try to preserve the problem to which they are the solution”, Clay Shirky). Es decir: la DEA siempre va a encontrar nuevas drogas peligrosas y amenazantes para la sociedad. Los observatorios de género subsidiados siempre van a encontrar una nuevo sujeto político que hace pipí acostado o haciendo la vertical. Y todo así.

"It is difficult to get a man to understand something, when his salary depends on his not understanding it.” ? Upton Sinclair Lo pongo en inglés para esnobear, la traducción sería así: es difícil que una persona entienda algo cuando su salario depende de que no lo entienda.

A propósito: le conté la temática de esta nota a un panita y me dijo que el ejemplo de Sheryl Crow era un viejazo, que buscara algo más reciente. OK, acá va: hace horitas nomás circuló un meme en redes titulado más o menos así: "Emily Ratajkowski se desnuda a favor del aborto”. Resulta que en la legislatura del estado de Alabama, EEUU, se está debatiendo una nueva ley que, de promulgarse, restringiría mucho la interrupción del embarazo. Ni bien se enteró, Emily no tuvo mejor idea que ponerse en pelotas en Instagram para expresar su desacuerdo. Emily, gracias por tu interés pero por favor explicános por qué una foto de tu cuerpazo va a empujar a que los legisladores medievales del citado estado sureño cambien de opinión. ¿Cuál es la relación de causalidad que imaginás obrará un cambio en la opinión pública de la derecha evangélica redneck? Es más: tu iniciativa, querida Emily, posiblemente va a profundizar la obstinación de esta buena gente. Siento decirte también que da la sensación que estás usando una causa seria y justa de manera frívola y superficial para lograr likes y elevar tu perfil en el showbusiness. La gente se ha vuelto muy cínica, viste. Ya van demasiadas veces que un famoso se suma a un clamor social justo cuando, mirá qué casualidad, se avecina el estreno de su próxima película o el lanzamiento de su perfume. ¿Hasta qué punto una marca tiene que evitar que "la gente equivocada” use sus productos? ¿Le conviene a una marca de champagne premium salir en el Instagram de un rappero con varias causas de violencia doméstica? ¿Beneficia a una marca de autos de alta gama que sus vehículos sean los preferidos de los traquetos? Ni idea. Chaucito.