Siento que es cómo una película que se termina. Cruzando Santa Fe por Pueyrredón para Libertador, el viernes a las cinco de la tarde, está todo gris y llovizna pero sin frío, como si la gente actuara el frío con la cabeza un poco metida entre los hombros.

Este es el año del pantano. Siento un afecto de intensidad distorsionada por este gobierno, que busca reelegir en un año en el que hubo muchos días con parte médico para atrás. En el año del pantano hay que aprender en Youtube sobre los beneficios de ducharse con agua fría, también hay que aprender respiraciones conscientes, entrás por clear mind breathings.

Macri me vende futuro en el año en el que se define para qué lado se tuerce la Argentina.

La pregunta de esta elección es por qué habría que votarlo a Macri con lo mal que nos está yendo. Para mí es es evidente que hay que votarlo porque es el primer intento en mucho tiempo de transformar para bien la constelación básica de cosas que hacemos y que nos gobiernan.

En tres años y medio Macri no usó tenazas, ese es el elemento fundamental de su esfuerzo para transformar. Los gobiernos que aprietan borran con el codo, aprietan y sacan el aire a cualquier cosa nueva.

A Macri lo estoy puteando hace seis meses por todo lo que no le sale, pero todos los días le agradezco que está tratando de que el mundo esté dispuesto a darnos bola, que piensa que el Estado tiene que sentirse servidor público, con lo dificil que es sentirse servidor. Le agradezco también que haya un montón de trabajo que la malaria vuelve invisible. Todas las comparaciones son odiosas, pero Macri no se dedica a chorear de manera compulsiva.

Al gobierno lo ves jugando y son horribles. A veces es porque lo son, muchas otras porque no hacen fulbito para la tribuna. Este es un gobierno que tiene la dificultad extra de pretender solucionar los problemas, eso es mucho más complicado que patear la pelota para adelante. Qué lindo una pelota rodando rápida sobre cesped sintétíco mojado, el ruido del agua chocando sobre el cesped falso.

Los macristas en general son buenos pibes. Personas de bien, algunos tienen las ideas un poco desprevenidas de los ricos. Pero no se puede culpar a alguien por ser rico: no eligió la cuna de platino y si se hizo rico solo fue algo que le fue pasando, como una aventura.

Para mí es peor que gane el peronismo, porque se dedican a tener de rehén a todo el mundo. Los intendentes peronistas regalan la silla de ruedas como si se la tuvieran que agradecer a ellos y no al Estado. No es que quiera ofender, está claro que es un sistema de representación cautiva que funciona y que además circula el amor verdadero y son compañeros posta.

Es hermoso el peronismo, la otra noche pasamos con La Mona por el restaurant Santa Evita en Palermo y había choris gratis, entonces nos quedamos. Cantaban la marcha, era como un poliamor sublimado, los macristas no cantamos una verga. Son hermosos los peronistas, tiene que estar Macri cuatro años más afuera para que avancemos hacia un país con reglas normales. Los peronistas se tienen que comer un toque más la purificadora experiencia del llano.

Los peronistas son los Rolling Stones de la política argentina, pero tienen que volver recién cuando hayan corregido las costumbres vandálicas.

Faltan cuatro meses para las elecciones presidenciales de 2019. Mi hijo hizo la tarea conmigo dormitando al lado. Vivo casi no pudiendo respirar de la angustia por la política, ayer a la tarde en el centro lo ví a Guillermo Coppola, parece un samurai de los que se dan cuenta.

A Macri lo tienen que votar todos los que quieran vivir en un país normal, para eso tienen que gobernar un tiempo tipos normales. Normales quiere decir que no te colás en la farmacia por más que sea fácil, no pedís plata si no tenes intención de devolverla, no mirás culos de manera ostensible. Todo medio embole como un café descafeinado.

La elección del 2019 es el tercer episodio de Cepeda y Pavón. El tema es lo enorme que está en juego, la marca que va hacer en la historia de este país esta elección y estar viéndolo, sin poder hacer nada, tomando Coca Cola light con hielo y limón por los bares, escribiendo sobre mí por indicación de Juan Morris, tratando de tener una idea o algo para decir que quepa en un whatsapp para mandarle al Capitán Frío o al Niño que todo lo sabe.