El desafio mega contrafáctico que se me propuso es pensar qué haría el Dr. Carlos Saúl Menem del 90-99 si hoy agarrara la Argentina.

Menem probablemente iría a la dolarización de la moneda. Esto no es una nueva convertibilidad sino negociar con Estados Unidos un acuerdo en el cual Argentina resigna su “soberanía monetaria” (un frasco con humo) y pasa a usar la moneda de uso legal norteamericana. Algo así como ponerle un pedal japonés premium a tu bicicleta berreta china en el caso que seas un prende-velas ecologista socialista urbano y utilices ese transporte del mal diariamente.

Menem uniría a todo el justicialismo y el sindicalismo en un consenso que no tendría nada que ver con las “mesas de unión para repensar el país” que exclaman Duhalde y la curia católica, ni “sentar las bases para un gran acuerdo nacional” con el que deliran los radicales. Menem mandaría un whatsapp a 3 o 4 que cortan el bacalao con tres líneas de extremo sentido común y obtendría el ok para cambiar el país. En los 90 el “whatsapp” era una charlita de media hora en una galería de la Quinta de Olivos para luego pasarse 3 horas hablando boludeces y matándose de risa.

Menem no tendría la misma simpatía con la izquierda trotskista y kirchnerista que tienen planes de guerra contra “el neoliberalismo”. Los recibiría en la ciudad con un par de tanques y metralletas G20 style y, así como esa semana nadie se animó a levantar la voz (comunistas pero no boludos), así de iguales serian sus primeros 4 y 8 años de presidente.

Menem, ante todas estas modas culturales que impone la izquierda y los medios compran porque son causas de “baja intensidad”, les contestaría con algún comentario gracioso, también de baja intensidad. Algo así como “si Roberto se siente mujer, bienvenido sea, que se io”. Y daría por terminada la cuestión. Con el aborto seria diferente porque tiene convicciones muy profundas en el tema (siempre se opuso, no sé ahora) por lo que su estrategia variaría entre la estrategia Cristina (no abrir el debate) o la de Macri (abrirlo sabiendo que las provincias votarían en contra). Menem, Cristina y Macri están todos en contra.

Menem se diferenciaría fuerte de Macri y Cristina en cuanto a la geopolítica y el puesto de Argentina en la cancha mundial. Macri dilapidó sus chances para convertirse en líder de la reacción contra el saqueo populista de Latinoamérica siguiendo los consejos de Malcorra, que para lo único que quería ser canciller argentina era para que su CV califique para que la voten kapanga de la ONU. Hoy Macri desvaría con papelones contra Occidente molestando a Trump con los limones y votándole todo en contra a Israel en la ONU. No entiende nada.

Respecto a la diferenciación con Cristina no hay mucho mas que decir. El régimen kirchnerista eligió aliarse a enemigos de la humanidad como Irán y Venezuela, tirando a la basura incluso la histórica “tercera posición” justicialista.

Menem se ofrecería como aliado explícito de Occidente y el mundo civilizado, como lo hizo en su presidencia mandando una corbeta a Irak, lo que le abrió las puertas a la OTAN junto a la inmensa variedad de beneficios en el mercado global que eso conlleva. Desde la época de los romanos se sabe que el anzuelo a las “inversiones” siempre fue la oferta de fierros, aunque pongas a disposición una caja de balas 9mm. Menem lo supo.

Menem no hablaría con Trump de limones ni pondría un lobista limonero como el actual decadente embajador en Washington, sino que firmaría TLCs (tratados de libre comercio) a diestra y a siniestra al estilo Chile. Algo que no hizo en su gestión porque se convenció del cuento de la integración regional del Mercosur vendida por la administración Clinton como una forma de sacarse a Sudaquia de encima.

Menem haría un real “mejor equipo de los últimos 50 años”, como el que ya tuvo en los 90s. Corach, Manzano, Bauzá, Camilión, Cavallo, Mera Figueroa, toda la UCeDé entera, entre otros, era el combo perfecto entre personajes con más política encima que Maquiavelo y la doctrina ideológica acorde a los tiempos post-comunistas de la época. Nada que ver con el rejunte de individuos de ideología de empresa corporativa (ecologista, buenista, budista, yoguista, pacifista, etc) mezclada con la cobardía y especulación que definió toda su vida a la UCR. O la banda K, todos subidos a la gran frase “la izquierda da fueros”, mientras saqueaban reservas y Anses.

Menem supo encarnar la valentía romántica (no en todos los casos literal) del caudillo argentino y darse el desafío de ubicar la expresión geográfica Argentina como modelo a seguir en todo el mundo, que en esa época se debatía en ver como salir de estados socialistas deficitarios que hundían a sus poblaciones en la pobreza. Fuimos el mejor de la clase para pasar a ser el peor, por eso hay que ver que cuáles eran los amigos de esa buena época y cuáles fueron y son las “malas influencias” que nos llevaron a esto.