El Papa Francisco intentó rectificarse de sus polémicas declaraciones y terminó cavando un pozo más profundo. Si bien intentó ser mesurado cuando se refirió a la homosexualidad y se lo percibió pensativo antes de elegir cada palabra, les pidió a los padres de familia que si perciben cosas raras en sus hijos, consulten a un profesional. Por otra parte, defendió la restricción al aborto incluso en casos de violación, la única situación en la que la interrupción voluntaria del embarazo está legalizada en Argentina. 

Homosexualidad

Al ser consultado por la temática, el Sumo Pontífice se mostró incomodo. Pese a que en sus argumentos afirmó que las tendencias no son ningún pecado, embarró la cancha cuando puntualizó en el rol que deben asumir los padres si observan que sus hijos no son heterosexuales. "Cuando la persona es muy joven y empieza a mostrar síntomas raros, conviene ir a un profesional", sostuvo.

Ante la pregunta respecto a si veía como una rareza que un hijo sea homosexual, dejó en claro su pensamiento: "En teoría no, pero estoy hablando de un chico que se está desarrollando, y los papas empiezan a ver cosas raras. Consulten, por favor, y ahí se verá a qué se debe. Pero una vez que la actitud homosexual está fijada, ese papá y esa mamá homosexual tienen derecho a un hijo, venga como venga".  

Aborto

"¿Es lícito eliminar una vida humana para resolver un problema? ¿Es lícito alquilar a alguien que la elimine?", se preguntó, para dejar en claro su oposición a la interrupción voluntaria del embarazo incluso en casos de violación. Si bien afirmó que entendería a la mujer en su estado de desesperación, consideró que se debe privilegiar a la criatura por nacer antes que "resolver un problema".

La opinión de Francisco sobre una cuestión que se constituye como una problemática de salud pública, y que se volverá a debatir este año en el país de cara a las elecciones, siempre fue terminante. El año pasado, tras la media sanción que la Cámara de Diputados le otorgó al frustrado proyecto de ley, llegó a catalogar al aborto como un nazismo de guantes blancos, una atrocidad, ya que "significa tirar a un inocente para resolver una vida tranquila". Con su posición, contribuyó a inclinar la balanza para tumbar la iniciativa en el Congreso.