La presidencia de Macri es como una remera que comprás por internet en AliExpress: prometía, parecía que te iba a quedar bien, pero cuando llegó ves que no era lo que esperabas y te queda ajustada. No tiene forma, está llena de detalles. Es horrible. La cuestión, ahora, es si volverías a comprar. O a votar.

Si bien las propuestas de campaña no siempre suelen cumplirse, evaluar si se cumplen es una forma efectiva para sacar alguna conclusión sobre el Gobierno. En este sentido, un informe del medio digital Chequeado reveló que Macri solamente cumplió dos de veinte promesas. Un dato demoledor. Es hora de que Chequeado diga si es kirchnerista.

Si repasamos los eslóganes de campaña hay algunos que, vistos desde acá, resultan vergonzosos. Desde eliminar el impuesto a las ganancias, construir tres mil jardines de infantes, cuidar el empleo y hasta el famoso "bajar la inflación será lo más fácil que tenga que hacer si soy presidente" forman parte de todo lo incumplido por Macri. Pasaron cosas, evidentemente.

Tres años: expectativa y realidad

Sin embargo, desde el oficialismo dirán que pecaron de optimistas, lo cual –en caso de ser cierto– los deja en una situación aún peor porque devela la incapacidad del propio Gobierno. El problema real no es el desmedido optimismo sino la impericia para conseguir los diversos objetivos propuestos por Cambiemos. Deberíamos replantearnos si realmente eran objetivos.

El saldo negativo no se da solo en plano de las promesas electorales. Va más allá. Casi todos los indicadores le dan en rojo a un gobierno que no dejó a ningún sector ileso. Perdieron los pobres, la clase media, los jubilados, las pequeñas y medianas empresas. No quedó nada sin romper. Se están prendiendo fuego todos los tableros, pero el Presidente se va de vacaciones igual.

En este marco, el relato macrista tuvo que amoldarse a la cruda realidad y hacer del sacrificio una virtud. Entre todos ponemos el hombro en un presente difícil para tener un futuro mejor. De esta forma, pasamos del "podemos vivir mejor" al "vivíamos demasiado bien y ahora hay que pagar la fiesta". Ese capitalismo culposo no te lo envidio.

Tres años: expectativa y realidad

Macri termina su tercer año de mandato con el respirador artificial del FMI, la inflación más alta desde 1991, el endeudamiento más alto desde la dictadura cívico-militar de 1976, el índice de pobreza más elevado de la década, caída del PBI y, como si fuera poco, la actividad en el Congreso fue tan poco productiva que ni siquiera se aprobó la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo la cual pudo haber sido un gran hito de esta presidencia pero por el bloqueo del propio oficialismo no salió. Un año negro.

Por el momento, al oficialismo solo le queda esperar que pase el tiempo y llegue la campaña electoral cuanto antes, el plano en el que mejor se desenvuelve. Pero esta vez hay una excepción: cuatro años de desgaste y el antecedente de las promesas grandilocuentes que no se concretaron jamás.

Quizás apostar de nuevo y comprar otra vez no sea buena idea. De votarlos ni hablar.