Brasil eligió este domingo al ultraderechista Jair Bolsonaro (56%), un nostálgico de la dictadura militar, como presidente de la mayor potencia de América Latina, tras una de las campañas más divididas y tensas de la historia del país.

Fernando Haddad (44%), el candidato de la izquierda, no pudo revertir la enorme diferencia que su rival le había sacado en la primera vuelta y cayó inevitablemente en el ballotage.

Esta derrota del PT -la primera de las últimas cinco elecciones presidenciales- se suma a una serie de reveses para el partido que llegó a ser la mayor fuerza de izquierda de occidente.

Corrupción, inseguridad y Haddad

En 2016, la presidenta Dilma Rousseff había sido destituida por el Congreso, mientras que en abril de este año su líder histórico, el expresidente Lula da Silva (2003-2010), fue detenido para cumplir una pena de 12 años y un mes de cárcel por corrupción y lavado de dinero.

Ese hecho junto a la mega causa destapada por Odebrecht, fueron utilizadas por Bolsonaro para construir su campaña, basándose en el odio a un partido que estaba marcado por numerosos casos de corrupción.

Corrupción, inseguridad y una campaña prematura: los errores del PT que sepultaron a la izquierda

A su vez, el flagelo de la inseguridad, imperante en las metrópolis brasileñas, fue uno de los hechos más "exprimidos" por Bolsonaro, ya que tanto Lula como Dilma y, luego, Temer, nunca pudieron solucionar. Ni siquiera reducir.

Los 63 mil asesinatos suscitados a lo largo de 2017 sembraron pánico en el país vecino. Y fue ahí, en las grandes ciudades, donde el diputado, quien traza una analogía con la doctrina de mano dura de Patricia Bullrich, cosechó la mayor cantidad de voluntades.

Corrupción, inseguridad y una campaña prematura: los errores del PT que sepultaron a la izquierda

Finalmente, la figura de Bolsonaro, camuflada hasta hace algunos meses, tomó fuerza desde que Lula da Silva, el candidato con mayor intención de voto, fue inhabilitado a participar de los comicios debido a su condena por corrupción.

Sin embargo, su excesiva demora para elegir a Fernando Haddad como su sucesor y bandera del movimiento de izquierda, le impidieron a éste capitalizar los votos que arrastraba el ex presidente. Una breve y prematura campaña no le alcanzaron al ex alcalde de San Pablo para equiparar sus fuerzas a las de Bolsonaro.