El posible desembarco de las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD) en el tormentoso fútbol argentino sigue sumando capítulos, en una novela que aún no tiene fecha de desenlace.

Hasta la semana pasada, el día indicado para dar el debate era el 29 de noviembre próximo. En una asamblea extraordinaria, 43 representantes del fútbol local iban a votar a favor o en contra de la Ley de Sociedades Anónimas Deportivas.

Sin embargo, a partir del creciente descontento que varios de los dirigentes más importantes del fútbol argentino manifestaron públicamente, el Comité Ejecutivo de AFA decidió quitar del orden del día la modificación del estatuto para habilitar las Sociedades Anónimas. De esta manera, el tema será pospuesto, una vez más, y se creé que podría ser tratado en diciembre o en enero de 2019.

LAS DOS CARAS DE LA MONEDA

El dirigente Vicente Celio tiene una particularidad en su currículum que pocos presentan en el fútbol argentino: entre 2005 y 2011 fue presidente de Chacarita, y, de 2012 a 2017, estuvo a cargo del club uruguayo Institución Atlética Sud América (IASA), que actualmente es gerenciado por una Sociedad Anónima.

Independientemente de la postura que cada uno tenga sobre este fenómeno, es indudable que la experiencia de Celio, que estuvo de los dos lados del "mostrador", justificaba el encuentro con ElCanciller: "Yo no soy pro Sociedades Anónimas, pero mi idea es que tienen que estar y que cada club tenga la posibilidad de elegir. Es importante que al menos se abra el debate".

—¿Creés que las SAD pueden ser útiles en nuestro fútbol?

—Mi teoría es que los equipos grandes, de Buenos Aires y de las provincias (Newell's, Rosario Central, Unión, Colón y Atlético de Tucumán) seguramente no necesitan a la Sociedades Anónimas para ser ordenados. Con que tengan gente idónea que los maneje ya está. Todos los demás deberían tener a mano la posibilidad de elegir. El socio tiene que tener la chance de considerarlo; si dice que no, es no. Debería haber una especie de referendo en cada club.

—Uno de los principales argumentos de los que están en contra es que el club debe ser de los socios.

—Te pongo el ejemplo de Chacarita, el club que yo presidí: si tiene 4.000 socios, ¿cómo se sustenta? Es imposible mantener un club si esos socios pagan $400 de cuota. El presupuesto del Nacional B, sólo la Primera División, es de $2 millones. ¿Cómo armás un plantel con $160 mil nada más? Cuando te ponen público visitante cuesta tanto mantener el operativo policial que perdés la plata que te ingresa por las entradas.

—¿Y acerca del rol social?

—Los clubes cumplen ese rol y está bien: sacar a los chicos de la calle, alejarlos de la droga, darles un lugar donde entrenarse. Todo eso lo bancan los clubes de sus bolsillos, no las organizaciones no gubernamentales. La gente tiene que entender que eso cuesta plata. En Chacarita pusimos Futsal, Handball y otras actividades. Y todo eso lo pagaba el club. Nosotros no generábamos otro ingreso que no viniese del fútbol. Por eso, en esos casos, una herramienta serían las Sociedades Anónimas.

—¿Cómo fue tu experiencia en la IASA?

—Fue buena. El club estaba desaparecido, quebrado y debía plata. Era un equipo histórico de Primera pero que hacía 18 años competía en la B, peleando para no descender. Nosotros llevamos orden, no hicimos otra cosa que eso. Después de siete años descendimos pero la gente pudo entender que necesitaban a la Sociedad Anónima. La clave fue que implementamos un sistema de gestión mixta que antes no estaba. De esa manera se garantiza que haya control. Por ejemplo: la sociedad civil puede ser el órgano encargado de controlar el presupuesto y que la plata esté antes de tiempo. Así hacíamos en Uruguay. En IASA, el club sólo cedió el activo del fútbol. Pero después, los socios siguen vinculados a la asociación civil, no a la SAD, porque así se arregló. Los colores del club se quedaron igual.

—Si tiene tanta potencialidad para los clubes, ¿por qué todos se muestran en contra?

—Yo estuve de un lado y del otro y lo que creo es que, en el fondo, nadie quiere ceder el protagonismo. No tengo dudas de que pasa por ahí. También hay un tema de desconocimiento. ¿Quién se interiorizó? Hace cuatro, cinco meses estaba mirando la tele y veo que estaban Alejandro Kors (vicepresidente de Atlanta y abogado el Banco Credicoop), Carlos Heller (presidente del mismo banco) y Nicolás Russo (presidente de Lanús) hablando en contra de las Sociedades Anónimas. Y los argumentos que usaban eran muy débiles: decían que no se sabe el origen de los fondos y eso a vos no te corresponde determinarlo. En todo caso, es tarea de la Inspección General de Justicia (IGJ). Ellos decidirán si el fondo es lícito o no, no es responsabilidad de los clubes. Después decían que no asegura ningún resultado deportivo. Y está claro que no: en Chile hay 18 equipos que son Sociedades Anónimas y dos por año se van al descenso. En España lo mismo, salvo el Madrid y el Barcelona son todos SAD. ¡Alguien tiene que descender! Por último, decían que le cedés el manejo del club y eso no es así. Uno cede el activo del fútbol solamente, vos le ponés los límites que te parezcan indicados. Por ejemplo, los colores no se tocan. Hay una idea de que vienen y hacen lo que quieren. Y no es así. La clave es la legislación.

—Tampoco se escucharon voces favorables de parte de los equipos chicos.

—Está de moda decir que no. Si lo ponés como posibilidad, van a aparecer cualquier cantidad de clubes que van a decir que sí. Pero tenés que ejercer control, ponerle límites a las SAD. Los equipos chicos están en infinita desigualdad. Si tampoco le dás la posibilidad de financiarse de alguna manera, es imposible. Si después el club no quiere, no quiere. Pero al menos dale la herramienta.

—Uno de los mayores impulsores de la reforma es el propio Gobierno, con Macri a la cabeza.

—Él es futbolero, sabe que hay clubes que necesitan ser una SA para subsistir, que eso trae una inversión en el fútbol. River no le pudo poner el nombre a su estadio porque los socios dijeron que no. Pero Argentinos Juniors sí lo hizo: el Diego Armando Maradona ahora también se llama Autocrédito y reciben plata a cambio. Eso es modernismo. Milan e Inter juegan en la misma cancha pero Independiente y Racing tienen una cada uno, a dos cuadras de distancia. Doble seguridad, doble mantenimiento, es una locura.

—La experiencia de Racing no ayudó mucho (NdR: Blanquiceleste SA fue la gerenciadora del fútbol y del estadio del club entre 2000 y 2008).

—Seguramente, pero fue un gerenciamiento sin legislación, no había límites para ninguna de las dos partes. Pero también está el ejemplo de Belgrano: Armando Pérez lo agarró quebrado, lo gerenció y lo puso en el cielo. Cuando llamó a elecciones ganó por escándalo. Y hoy volvió a ser una sociedad civil.

—¿Podría ser perdurable el sistema de las SAD? En Fútbol Para Todos, los clubes tuvieron mayores ingresos, pero también eran deficitarios.

—La gente tiende a creer que es todo corrupción en los organismos sociales. Yo soy un convencido, al haber estado adentro, que es más impericia que otra cosa. Como el dinero es impropio no se lo gasta bien. Se presupuesta de adelante hacia atrás, se especula con la plata que tal vez vaya a entrar.

—¿Cómo se corrige esta cuestión?

—¿Cuántos clubes en Argentina tienen director deportivo? Pocos, los grandes nada más. Los otros no los pueden bancar. ¿Quién elige los jugadores, el valor de precio de venta? Los dirigentes. ¿Y cuántos saben sobre estos temas? Con la S.A. el club estaría obligado a profesionalizarse: abogados, contadores y otros profesionales idóneos. En los clubes deficitarios, el profesional que llega sabe que pierde. ¿No va a hacer las cosas para recuperar la plata y pasar a ganar? Deportivamente puede salir mal. Pero el club no lo puede destruir porque el limite es el contrato social.