Aunque era la idea desde que llegó a la Casa Rosada, la economía no podrá estar en la vidriera electoral del año 2019. Incluso si el plan atado con alambres del déficit y la emisión cero dan resultados y el dólar logra ser controlado bajo la doctrina Sandleris, recién en el segundo semestre del último año del mandato de Mauricio Macri los números macroeconómicos darán señales de rebote. La coyuntura llama a Jaime Durán Barba y a Marcos Peña a cambiar de rumbo hacia 2019 y renovar la imagen. Modernización, transparencia y reglas claras: el piloto de tormentas que necesita cuatro años más para llegar a la bahía.

Si la curva conserva su pendiente, la economía argentina se habrá achicado entre tres y cuatro puntos del PBI para el final del mandato de Macri. La inflación acumulada rondará el 150%, la pobreza afectará al 30% de la población y la deuda acumulada oscilará en 80 puntos del producto bruto. Al mismo tiempo, las tarifas estarán cerca de la normalización, el campo producirá una cosecha récord, el tipo de cambio será competitivo para los exportadores y el turismo, el déficit fiscal será nulo y la economía en su conjunto mostrará señales de crecimiento.

Sepultado el gradualismo y pateado el rebote económico, Durán Barba y Peña apuntan al cambio cultural que encarna Macri.

Lo dijo el ministro Nicolás Dujovne en La Nación y lo repiten todas las espadas políticas del Gobierno: “Este programa necesita cuatro años más para consolidarse”. Sepultado el gradualismo y pateado el rebote económico, el plan que diagraman Durán Barba y Peña para la reelección de Macri yace en el “cambio cultural” y los pequeños avances en el sendero de la vuelta al mundo globalizado.

En lo económico, la estrategia de campaña será una apuesta a futuro, un porvenir de crecimiento sostenido. Tal como señaló Luis Majul, de cara a reconquistar al electorado, estrenarán una nueva imagen de Macri: el piloto de tormentas que está llegando al final del temporal, aferrado al timón, sin cambiar el rumbo y con la ansiada bahía de la prosperidad en la mira.

El cambio cultural es el mensaje que Macri reparte a sus electores. “Hemos aprendido de nuestros errores: no podemos vivir de prestado ni gastar menos de lo que generamos”, enfatizó el Presidente en el CCK. En este marco ingresan las reglas claras de juego para el empresariado, la transparencia estadística, el equilibrio fiscal y el crecimiento sin atajos. Un recado que convence a un núcleo duro que ronda el tercio de la población, pero que necesita más adherentes para estirar la estadía hasta 2023.

El bipartidismo polarizado que promueven tanto Cambiemos como el kirchnerismo no beneficiará a ambos partidos, pero ambos creen que saldrán victoriosos de la pulseada.

La apuesta por la grieta es parte del entramado. El bipartidismo polarizado que promueven tanto Cambiemos como el kirchnerismo no beneficiará a ambos partidos, sino a uno de las dos, pero ambos creen que serán los que saquen el rédito de la pulseada. Transparencia o populismo venezolano, para unos. Neoliberalismo o soberanía, para otros.

La tercera fuerza, el PJ, jugará un rol protagónico. Si no logra afianzarse como el tercio electoral que busca, deberá elegir a quién le da cuatro años en la silla máxima del país. Adelantado al hecho, el núcleo de asesores del Presidente ya dialoga con los los referentes del nuevo bloque federal y los seduce: "Dejen que Macri haga el trabajo sucio cuatro años más y después les toca a ustedes".