Luego de una casi perfecta primera vuelta en las elecciones presidenciales de Brasil, el candidato ultraderechista, Jair Bolsonaro, acaricia la presidencia y el Gobierno argentino aguarda expectante por la definición de su principal socio comercial.

Cautelosos tras el fallido en los comicios norteamericanos (apostó a Hillary Clinton y triunfó Donald Trump), en la Casa Rosada imperó la cautela y no existió proclamación alguna sobre los aspirantes a ocupar el Palacio del Planalto.

Sin embargo, desde las sombras y en pos de conocer de primera mano sus intenciones, emisarios de Mauricio Macri ya mantuvieron conversaciones con el equipo del imprevisible Bolsonaro.

Pese a la incertidumbre que genera el autoritario candidato y el temor a que replique las políticas proteccionistas de Trump en el gigante sudamericano -lo que perjudicaría la balanza mercantil con Argentina-, desde el Ejecutivo se tranquilizaron tras la reunión en la Embajada Argentina en Brasilia.

Allí, les ratificaron la ferviente pretensión de mantener el vínculo comercial bilateral con el país, al que calificaron como "el principal socio de Brasil bajo cualquier circunstancia", según consignó Mariano Beldyk en Perfil.

Por el contrario, con el bloque de Fernando Haddad la confianza es mayor. Macri forjó una buena relación luego de varios encuentros cuando coincidieron en la gestión: uno como alcalde de San Pablo y el otro como jefe de Gobierno porteño.

En esa línea, el candidato del Partido de los Trabajadores reveló días atrás su "amistad personal con Macri", al tiempo que aseguró su vocación para trabajar en "unir aún más a Brasil y Argentina".

No obstante, la previsibilidad que le puede aportar Haddad al oficialismo nacional contrasta con su pensamiento político. De conseguir el quimérico triunfo que se le plantea, el laborista consolidará la vertiente de izquierda en la región y le dará impulso a la oposición, en su objetivo de eyectar al líder cambiemita del Sillón de Rivadavia en octubre de 2019.

Aferrado a que Bolsonaro no consiga perforar el techo del 50%, el discípulo de Lula da Silva inclinó su campaña a alertar por el enorme peligro que representa la imagen de un hombre expresamente machista, xenófobo y homofóbico comandando las riendas del país vecino, la novena mayor economía del mundo.

El escenario se advierte similar en ambas naciones, exceptuando el aspecto judicial, en donde Brasil reviste mayores garantías: recesión económica aguda, devaluación de las monedas locales y polarización política.

En este sentido, la estabilidad socioeconómica del máximo colega en la región tracciona inevitablemente a la Argentina; si crece, demanda más exportaciones. Y en la Casa Rosada, direccionando la mirada en los propios comicios, necesitan de manera imperiosa un guiño externo luego de las recurrentes inclemencias climáticas.