Mauricio Macri atraviesa su peor momento desde que desembarcó en la Casa Rosada. Atado de manos ante una recesión económica sin fecha de vencimiento, y aguardando por un salvataje local que le pueda aportar la cosécha récord del campo y la explotación de Vaca Muerta, el Gobierno nacional encuentra sus mejores aliados en el frente internacional.

Tras el nuevo respaldo entregado por el FMI -prestará US$7.100 millones más a los US$50.000 previamente estipulados-, y el recurrente apoyo del líder de la mayor potencia mundial, Donald Trump, esta vez fue el G7 el que ponderó el rumbo económico elegido por el primer mandatario argentino.

Reunidos en Ottawa, Canadá, los ministros de Finanzas de las naciones más solventes reivindicaron el ajuste cambiemita para desterrar el populismo en la región, ese que encarnó durante 12 años la familia Kirchner.

"Apoyamos firmemente el compromiso y la determinación de las autoridades argentinas para lograr una economía argentina fuerte y estable que beneficie a la gente del país", coincidieron los encargados de la economía de Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y el Reino Unido.

En sintonía con el nuevo espaldarazo de los pesos pesados, el jefe de Estado argentino recibió un apoyo amigo desde tierras brasileñas. A cinco días de las elecciones presidenciales en el gigante sudamericano, el delfín de Lula y candidato de los trabajadores, Fernando Haddad, prometió "unir a Brasil y Argentina".

Así las cosas, mientras la coyuntura socioeconómica atenta contra los asalariados y contrasta con la alegría externa, Cambiemos acomoda las piezas y comienza a pergeñar su relanzamiento para 2019. Con financiamiento asegurado hasta el final de su mandato, deberá enamorar al desencanto local, que será el que dirima su estadía en el poder.