Dos caras de la economía argentina funcionan el paralelo. Mientras reaparece el alivio financiero, los bonos nacionales trepan en Wall Street y el riesgo país desciende lentamente, la calle sufre los resabios de la recesión económica, los pesificados ven como de dilapida el poder adquisitivo y chocan contra un Gobierno que le habla más a los mercados que a los de a pie porque todavía confía en la teoría del derrame.

El rumor de un adelanto del préstamo del FMI parece haber significado un alivio para los mercados.

El rumor de ya no sólo un adelanto del préstamo del FMI, sino también de un aumento extra de 20 mil millones de dólares en el acuerdo, parece haber sido tomado por "los mercados”, aquella fuerza entre abstracta y concreta que puede hacer correr al dólar a velocidad feroz, como un indicador positivo de que Argentina, al menos hasta que el presidente Mauricio Macri termine su primer -¿y único?- mandato, está blindada desde el punto de vista financiera y no corre riesgo de no pagar los intereses de su deuda.

La inyección de confianza del préstamo con el Fondo hizo reflotar a los bonos argentinos y caer al riesgo país 5,18% hasta los 622 puntos básicos, el valor más bajo desde el pasado 8 de agosto. Las cotizaciones de los bonos en dólares refleja el optimismo refundado: el Bonar 2046 dio un salto de 7,55%, el Global 2027 de 3,88 y, el Bonar 2037, de 3,65%. Además, se suman entidades privadas a la venta de dólares y el Banco Central dejó de ofertar, después de tres jornadas, la mitad del volumen operado.

En el mismo país pero en un mundo paralelo, la inflación de 2018 apunta a romper el récord de este siglo y posiciona a Argentina como el país segundo país de la región en el que más aumentan los precios, sólo detrás de la Venezuela de Nicolás Maduro y se posiciona sexta a nivel global, alineada a economías como Zimbabue y Yemen. Los aumentos de salarios, por su parte, no alcanzan a competir con la inflación y los pesificados ven mermado su poder de compra.

El PBI cayó 4,2% en el segundo trimestre del año y puso fin a siete trimestres de crecimiento continuo.

La actividad económica refleja los efectos de una importante recesión. El PBI cayó 4,2% en el segundo trimestre del año y puso fin a siete trimestres de crecimiento continuo. Con la sequía como detonante, las demás variables tampoco son positivas y el Gobierno está decidido a no interceder para aumentar la demanda con el objetivo de cumplir con el FMI y llevar el déficit fiscal primario a cero, punto clave del Presupuesto 2019.

En la misma línea, según las consultoras privadas, aumentaron los préstamos para pagar servicios y los datos del BCRA muestran que en agosto hubo cheques rechazados por $4500 millones, una cifra que se duplicó respecto al mismo mes del año pasado.

De esta manera, se acentúa la brecha entre las dos economías que sobreviven en la Argentina: una que parece más aliviada y que es la que miran los mercados, y otra que no encuentra sustento y cuyo declive parece no haber acabado, que es la que miran los que transitan la Argentina a pie y ven cómo su salario ya no alcanza.