La obra pública en Argentina siempre estuvo sospechada de corrupción. No es nada nuevo. Desde la dictadura hasta hoy. Un buen ejemplo es el caso de la familia Macri, que en 1973 contaba con una pequeña pero pujante decena de empresas y, terminado el período dictatorial, había expandido su holding a más de 40 compañías millonarias.

El propio Franco Macri, padre del actual presidente, se sentó a negociar obras con funcionarios de todos los gobiernos, incluso con el difamado Julio de Vido. "Papá siempre dice que hay que ser oficialista", le adjudican la frase al entonces joven Mauricio.

Es por ello que llama tanto la atención la ausencia del patriarca de los Macri en los cuadernos del escritor Centeno, que por aquel entonces era un remisero. Lo que no sorprende es que la ex presidenta en su escrito presentado ante el juez Bonadio haya remarcado ese detalle.

El circo de los impunes

"Mauricio Macri, hijo de Franco, primo hermano de Ángelo Calcaterra, hermano del alma de Nicolás Nicky Caputo, todos ellos socios entre sí y de otros empresarios en materia de energía y obra pública", todos ellos ausentes en la causa, salvo el primo presidencial Ángelo quien se presentó como una víctima y se fue a su casa. Obligado a poner plata para enriquecerse con obra pública. Menuda tortura.

Recordemos que la empresa IECSA, la cual fue vendida por el jefe del clan Macri al primo Ángelo y que se sospecha que lo hizo como testaferro de Mauricio, realizó innumerables obras durante los 12 años de la gestión kirchnerista. Fondos públicos que enriquecieron a la familia presidencial, sí. Durante el kirchnerismo, también. Negocios por los cuales nadie se anima a preguntar. Inesperado.

Las declaraciones de los arrepentidos conseguidos por el fiscal Storsionelli, bajo vaya uno a saber qué condiciones, tienen un guión que apuntan a una sola persona: la figura de la ex presidenta. De este modo se intenta hacer creer que a partir de 2003 y hasta 2015 los indefensos empresarios se vieron obligados a pagar coimas para realizar obras millonarias. Ni antes, ni después de ese periodo. Raro, como gato con botas.

Creer que la corrupción es exclusiva de una fuerza política es una zoncera. Casi que una picardía. Pero si se va a investigar en serio la obra pública, debe hacerse con un juez imparcial.

Creer que la corrupción es exclusiva de una fuerza política es una zoncera. Casi que una picardía. Con esto no se trata de avalar prácticas ilícitas, ni caer en el famoso "son todos lo mismo". Pero si se va a investigar en serio la obra pública, debe hacerse con un juez imparcial, cosa que el sheriff Bonadio dista mucho de serlo. Sucede lo mismo con el fiscal Storsionelli, ex jefe de seguridad del Club Boca Juniors.

Como pasó con tantos otros temas durante la presidencia de Mauricio Macri, no se avanza con el tema a fondo, no se busca la manera de mejorar la Justicia ni combatir la corrupción realmente porque los empresarios arrepentidos vuelven a sus mansiones e, incluso, continúan hoy en día realizando obras para el Estado. Está claro que se busca un solo objetivo político: perseguir a la senadora nacional Cristina Fernández de Kirchner, la figura opositora más importante. Acaso un detalle de la República cambiemita.

Mientras el dólar inicia una nueva escalada alcista, la inflación no cesa, la industria se destruye y la pobreza crece, en el circo de los impunes existe solo una culpable. Adiviná.