Evita: la ropa y el poder

Fuente: Mirada Couture.

La relación entre la moda y las mujeres más importantes de la historia ha sido analizada ampliamente para comprender su sentido a la hora de expresar una identidad y, en el caso de las mujeres implicadas en la escena política, la construcción del poder. 

El mes pasado se cumplieron 66 años de la muerte de Eva Perón, una mujer que es permanentemente recuperada en la escena pública, tanto por sus seguidores como por sus detractores, y que ha generado un cimbronazo en la sociedad, no solo por su desempeño en la arena política sino también por su vínculo con la moda.

Evita: la ropa y el poder

Fuente: Aire de Santa Fe.

Evita, como comenzaron a llamarla cariñosamente desde que se convirtió en Primera Dama, fue duramente criticada por las clases pudientes de la época por vestir ropa lujosa, de diseñadores internacionales, cuando se autodenominaba la abanderada de los humildes. Fue receptora de críticas implacables sobre su aparente doble moral y frivolidad, y sobre su intención de querer pertenecer a una clase que no era la de su origen, traicionando su recorrido vital.

Asumió como Primera Dama a los 27 años de edad, en 1946. Su estilo en ese momento era bastante despojado, influenciado por la vestimenta europea de la Segunda Guerra Mundial: hombreras muy marcadas y trajes de impronta militar y masculina, peinado “a lo Pompadour" (una especie de "banana" encima de la frente), faldas tubo hasta la rodilla, sombreros sobrios y zapatos de tacón medio con boca de pez. Paula Naletoff, Henriette y Bernarda eran las tres casas más reconocidas de alta costura de Buenos Aires y a ellas acudió Eva, como reciente esposa del Presidente de la Nación, para diseñar un estilo acorde a su nueva función.

Evita: la ropa y el poder

Fuente: Pinterest.

Al año siguiente, en 1947, viajó a París y se apropió de la silueta de Dior característica de la posguerra. Se trataba del “New Look”, un diseño inspirado en las flores, con cintura muy marcada, faldas largas, telas suntuosas, escote corazón, que devolvía a las mujeres la esperanza en un futuro promisorio. Christian Dior fue el diseñador que brindó a las mujeres la posibilidad de recuperar la coquetería y la feminidad perdida durante la guerra. Eva estuvo justo ahí, en ese momento de la historia, para encarnar ese renacer femenino aparentemente frívolo pero que se ubicó en lo más alto de los debates gubernamentales. 

Este viaje fue el puntapié inicial en la construcción de su estilo definitivo: labios y uñas rojas y rodete bajo, a veces trenzado. Dicen que llegó a tener 300 pares de zapatos en su vestidor. Comenzó a encargar zapatos a medida a André Perugia, una especie de Christian Louboutin de la época, que elaboraba zapatos para modistos y socialités. 

Evita: la ropa y el poder

Fuente: Pinterest.

La socióloga Susana Saulquin afirma que “ella se perdió la oportunidad de crear un estilo propio y argentino, que incluso podría haber sido acompañado por una industria textil nacional incipiente. Pero, por un lado, ella no tenía tiempo para eso, y por el otro, en su afán por competir con la clase alta, en lugar de generar un estilo, se lo apropió. Por eso, su forma de vestir no tuvo influencia. Incluso eso del ‘look Evita’ fue más una cosa que se dijo, pero no sucedió nunca”.

Evita: la ropa y el poder

Fuente: Pinterest.

¿Por qué la ropa que usaba Evita fue motivo de tantas discordias y reticencias? Tal vez porque la verdadera contribución de Eva Perón a la moda fue la idea de apropiación. El gesto de vestirse con la ropa más lujosa cuya justificación era: “Quiero estar linda para mis grasitas”. Las mujeres de la clase alta despreciaban ese gesto. Bajo la crítica de la doble moral estaba el desprecio por una mujer de origen humilde, hija extramatrimonial, que no era la sombra de su marido -como muchas mujeres de la época- sino una mujer con poder y decisión política, también asociada al universo masculino. 

Evita: la ropa y el poder

Fuente: Angel Red.

Las críticas acerca de su apariencia exponían en un plano subyacente la idea de no pertenencia. A ella no lo preocuparon esas acusaciones, hasta se dice que disfrutaba de hacer enojar a “las cogotudas”. Otro mito: el que dice que no hizo nada por la industria nacional, también es derribado por la evidencia que afirma que en Europa solo lució vestidos de casas de moda de Buenos Aires, y que solo en Buenos Aires vestía diseños de Christian Dior o Balenciaga.Si la legitimación de cierto consumo va de la mano del “gusto”, el “buen gusto”, asociado a la pertenencia de una clase social, legitima el acceso a ciertos productos que a otros les están vedados (otro ejemplo local de este tipo de críticas es hacia la figura de Wanda Nara). Cuando eso no ocurre, se pone en evidencia el mecanismo de apropiación de los símbolos de distinción, poniendo en evidencia el conflicto de clases. Y eso explica en parte porque la ropa que usaba Eva se convirtió en una cuestión de Estado.