Desde su origen la alianza de Cambiemos alternó buenas y malas. Está claro: el acuerdo con Sanz y Carrió le sirvió a Mauricio Macri para obtener la banda presidencial en el 2015. Sin embargo, también debió cargar con las diferencias internas que alarmaron un frente que está cada vez más fracturado.

En un intento desesperado por evitar un nuevo golpe en momentos de crisis, Macri reunió a la cúpula del radicalismo e intentó congelar las declaraciones públicas e incómodas que afectan a las aspiraciones del macrismo de ir a en busca de una reelección el año próximo.

La pregunta asoma en la mesa chica de Cambiemos: ¿el radicalismo puede influir en el rumbo del Presidente? Frente a este posible desorden interno, el Presidente actuó rápido y juntó anoche a la UCR para sedar los nervios de un sector cada vez más relegado.

Hasta la fecha, el macrismo no tuvo que apelar en ningún momento al radicalismo y hasta incluso los dejó afuera de todos los posibles debates estructurales de un espacio que nunca pudo lograr un funcionamiento aceitado para convertirse en una coalición donde los problemas no afloren como en estos días.

Macri, ante los problemas del fuego amigo y el desafío de sostener la alianza de Cambiemos

No es casualidad que los tirones de la UCR con la Casa Rosada sucedan en uno de los meses más críticos del Gobierno. ¿Qué quieren? Al menos no perder poder y sostener sus diputados y senadores e intentar acomodar a algún ministro en los últimos meses del primer mandato de Mauricio Macri. Una idea para nada sencilla.

Luego del encuentro, hubo sonrisas y un silencio estratégico. La idea de Marcos Peña es que pasen las turbulencias de una alianza que estuvo más cerca de fracturarse que de consolidarse y rearmar el tablero con los que estén de un lado y del otro. 

El escenario es el más incómodo para Macri. El radicalismo no tiene nada que perder y hasta se anima a exponer públicamente las decisiones que se tejen en Balcarce 50. Hace algunos meses, incluso, fue Mario Negri el que tiró la primera piedra sobre el tema tarifas e invitó al peronismo a sumarse a las críticas.

Fue allí que, al menos simbólicamente, Macri convocó a la mesa chica de Cambiemos a Ernesto Sanz para que participe de las reuniones internas. Aunque nada de eso ocurrió en el terreno de la realidad, donde las decisiones siempre fueron tomadas por Macri, Marcos Peña, Larreta, Vidal, con la participación de Caputo y Lopetegui.

El macrismo intenta evitar un nuevo sacudón en la coalición y busca cumplir con las promesas al radicalismo, una especie de frente inédito que cumple por momentos un rol necesario y en otras ocasiones una oposición que no hace más que exponer las debilidades de Macri y sus aspiraciones de ir en busca de una reelección.