Luego de la dura derrota ante Francia, sobrevoló por el aire una sensación agridulce de que la Selección Argentina hizo todo lo que pudo. ¿Se podía esperar mucho más de este equipo teniendo en cuenta lo que sucedió en las dos semanas que duró la aventura rusa? En el efusivo festejo después del partido con Nigeria parecería estar la respuesta.

La falta de ideas, variantes y un proyecto que empujase desde atrás se hicieron evidentes durante todo el Mundial de Rusia, y probablemente desde antes también. No podemos soslayar lo sinuoso que fue el camino argentino en las Eliminatorias sudamericanas.

Sería injusto caerle a Jorge Sampaoli como el máximo responsable del fracaso mundialista, pero en ningún momento se lo vio tomar el control de la situación; como si el puesto le hubiese quedado grande. Por falencias propias, porque no lo dejaron o por la razón que fuese, en ningún momento la albiceleste logró plasmar una idea de juego.

Crónica de un final anunciado

Y aunque las estadísticas no siempre son fiel reflejo de los hechos, en este caso hay un dato que permite entender por qué Argentina, salvo un milagro individual, no tenía chances de lograr algo importante en Rusia: en los 15 partidos que dirigió, Sampaoli jamás repitió una formación.

El periodista Mauricio Coccolo exhibió una de las falencias más grandes del entrenador. Durante este ciclo de poco más de un año, 59 jugadores fueron convocados, 48 disputaron minutos, 38 fueron titulares al menos una vez, hubo 81 cambios entre partido y partido y se utilizaron siete esquemas de juego diferentes. Insólito.

Tras dos pasos en falso y una dura pelea con los referentes del plantel, el DT decidió volver a las bases para jugar ante Nigeria. El 2-1 agónico pareció marcar un camino, algo de que aferrarse para soñar con los cuartos de final. "Y después ya puede pasar cualquier cosa", sintentizó el oriundo de Casilda en conferencia de prensa. Y pasó: el partido ante Francia fue cualquier cosa menos fútbol.

El sábado por la mañana quedó en evidencia que la falta de proyecto tiene un corto alcance. Las individualidades (Messi demostró, otra vez, su falta de liderazgo, rebeldía y coraje) pocas veces suelen ser suficientes para lograr grandes cosas. Es cierto que los franceses tuvieron picos de rendimiento muy altos en Mbappé o Pogba, incluso con el golazo de Pavard, pero también hay que decir que atrás había un equipo que sabía a qué jugaba y que ante Argentina funcionó a la perfección.

Los galos pusieron sobre la mesa, tal vez incluso más que Croacia, todas las deficiencias que viene arrastrando Argentina en los últimos tiempos. El esquema “guardioliano” que presentó Sampaoli (¿fue una idea suya?) en el que Messi se iba a ubicar de falso 9, con Pavón y Di María por las bandas fracasó estrepitosamente. Tal es así que el jugador de Barcelona se tiró hacia atrás antes de la media hora de partido y en varios momentos fue Enzo Pérez -sí, Enzo Pérez- quien terminó como centro delantero.

Antes de comenzar el Mundial de Rusia se dieron a conocer fragmentos de un libro escrito por Samapaoli. En Mis Latidos, el DT reveló una idea al menos polémica: "Yo no planifico nada. Todo surge en mi cabeza cuando tiene que surgir. Brota naturalmente en el momento oportuno. Odio la planificación”, rezaba una de las páginas.

Crónica de un final anunciado

Con el diario del lunes, queda claro que Argentina necesita otra cosa. Pretender llevar a la práctica el modelo alemán de planificación seguramente sea demasiado ambicioso, pero al menos se debe reformular el proyecto futbolístico que se busca en el seleccionado.

Hace no mucho el trabajo en las juveniles de José Néstor Pekerman y Hugo Tocalli era elogiado en el mundo entero y motivo de orgullo para los argentinos. Sin embargo, sin proyecto ni conductores, en el último Mundial Sub20 en Corea del sur, el combinado argentino cayó estrepitósamente en primera ronda.

Basta comparar la situación del fútbol uruguayo para entender de lo que estamos hablando: del plantel mundialista argentino, apenas dos jugadores (Pavón y Tagliafico) estuvieron presentes en alguno de los últimos cinco Mundiales Sub 20. Por el contrario, el Maestro Tabárez, ya en Cuartos de Final, cuenta con 11 futbolistas que sí lo hicieron.

Pretender replicar el modelo de planificación alemán seguramente sea demasiado ambicioso, pero al menos se debe reformular el proyecto de la Selección.

En la conferencia de prensa post partido, Sampaoli no habló sobre su futuro, aunque dio a entender que no está considerando la renuncia. El DT tiene contrato por, al menos, dos años más y despedirlo significaría una fortuna en concepto de indemnización.

Como ya fue sostenido en ElCanciller, es imperiosa la llegada de una renovación estructural si se pretende volver a ser una potencia futbolística que no dependa de las patriadas de un solo jugador. Cuesta creer que esto pueda darse con Jorge Sampaoli el banco de suplentes. Ni con los dirigentes actuales al mando de la AFA.