Un nuevo fracaso mundialista. El experimento de Jorge Sampaoli al mando de la Selección Agentina termina de la misma manera que inició: sin mostrar absolutamente nada como equipo. Nada. Desde el juego colectivo, el carácter, las individualidades, la astucia y la rebeldía.

En Kazan, la Selección Argentina perdió por 4-3 ante su par de Francia y quedó eliminada en los Octavos de Final del Mundial de Rusia 2018, a los que llegó gracias a un milagro del fútbol que le permitió definir, sobre la hora, ante una Nigeria que le regaló otra vida.

En un partido dinámico, en el que la casualidad y dos jugadas aisladas le permitieron al combinado albiceleste ponerse en ventaja. Sin embargo, la superioridad de un rival veloz y determinante graficó las falencias de un pésimo planteo que no soportó los constantes ataques por las bandas.

A fuerza de juego, dinamismo, transiciones rápidas y frialdad a la hora de definir, Francia empató, dio vuelta y amplió el resultado. Con el triunfo en la palma de la mano, los galos se dedicaron a dormir el partido y dosificar las energías. El gol del Kun Agüero sobre la hora solo sirvió para maquillar el resultado de un partido que podría haber terminado en una goleada estrepitosa.

Las causas del fracaso

Pero el fracaso no comenzó ahí. Tampoco lo hizo en aquel partido insólito ante un combinado juvenil de Ecuador que, aun con sus limitaciones y desprolijidades, se puso en ventaja desde el arranque. El fracaso empezó con la muerte de Julio Humberto Grondona, aquel dirigente que la muerte lo salvó de la cárcel.

La votación 38-38 en la AFA con Marcelo Tinelli como protagonista; la Comisión Normalizadora de Luis Segura, que en vez de hacerle honor a su nombre se encargó de destruir lo poco que quedaba; la negativa de los clubes de ceder juveniles para los Juegos Olímpicos de Rio; la incoherencia a la hora de contratar directores técnicos con marcadas diferencias de estilo.

Esos fueron tan solo algunos de los factores que desembocaron en este fracaso mundialista que exhibió todas las miserias del fútbol argentino: desde internas dirigenciales, papelones periodísticos, vergonzosas actuaciones de los hinchas, improvisaciones del cuerpo técnico y una fallida renovación en un plantel que nunca mostró una pizca de coraje y rebeldía.

El futuro

Ahora, en lo que seguramente será un nuevo proyecto futbolístico, desde la dirigencia deberán comandar una renovación integral de la Selección Argentina. En lo que respecta a la Selección Mayor, seguramente ya sin Jorge Sampaoli, los históricos darán un paso al costado y dejarán su lugar a nuevos apellidos.

Para Banega, Biglia, Mascherano, Higuaín y Di María seguramente este haya sido su última aparición con la albiceleste. En cambio, jugadores más jóvenes e igual de talentosos como Lautaro Martínez, Mauro Icardi, Matías Kranevitter, Emanuel Mammana, Germán Pezella, Cristian Pavón, Leandro Paredes, Paulo Dybala, Leonardo Jara, Ángel Correa, Esteban Andrada y Santiago Ascacíbar tendrán mayor protagonismo.

Lo importante no solo serán los nombres. Con la perspectiva de lo sucedido durante este trunco ciclo, lo esencial será configurar un proceso de desarrollo que involucre desde los juveniles hasta la Selección Mayor, pasando por los clubes de Primera y el ascenso.