A tan solo una semana del acuerdo con el FMI y en un golpe de timón que venía operando como un secreto a voces, Mauricio Macri destituyó a Federico Sturzenegger de su cargo como presidente del Banco Central, designó a Luis Caputo como su reemplazo inmediato y, a su vez, empoderó al ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, que absorbió la ahora cartera vacante de Finanzas.

El despido camuflado de renuncia de Sturzenegger responde principalmente a los errores del economista durante la crisis cambiaria, la fragilidad demostrada el SuperMartes de Lebacs y uns inflación descontrolada.

Esta decisión tomada en carácter de urgente desde la Quinta de Olivos, dejó la cartera de Finanzas acéfala, por lo que será absorbida por el Ministerio de Hacienda y dirigida por su titular, Dujovne.

Aunque la crisis financiera y económica que atraviesa el país se remonta automáticamente a la corrida cambiaria o el SuperMartes de Lebacs (justamente salvado por Caputo sobre la marcha), Sturzenegger tuvo los días contados desde aquella conferencia de prensa del 28 de diciembre de 2017.

En dicha conferencia, junto al jefe de Gabinete, Marcos Peña; el ministro de Finanzas, Luis Caputo y; el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, recibió la lapidaria noticia que ningún directivo quiere escuchar: la pérdida de autonomía del Banco Central a manos del Poder Ejecutivo, quien corrió las metas inflacionarias de 2018.

Aquel gesto castrador que sufrió Sturzenegger ese Día de los Inocentes no fue bien recibido en el organismo que lidera ni, mucho menos, en los mercados internacionales, lo que erosionó la confianza en sus habilidades y capacidades como economista.

Afuera Sturzenegger, Caputo al Central y Dujovne empoderado

El jueves 7 de junio, durante el anuncio del acuerdo con el FMI por un préstamo stand by de US$50 mil millones de dólares, Dujovne había anunciado la modificación de la Carta Orgánica del Banco Central, que le devolvía autonomía al organismo.

Sin embargo, lejos de poder festejar buenas noticias, a Sturzenegger se le reveló el dólar y ni siquiera su intervención pudo contener a la divisa, que creció más de tres pesos en una semana. La gota que colmó el vaso.