El Banco Central derribó el muro de $25 que le puso al dólar después de la corrida cambiaria y dejó atrás su práctica de abrir la jornada con una oferta de cinco mil millones de dólares. El cambio de política monetaria se debe a que, con el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) asegurado, Federico Sturzenegger entendió que ya no es necesario ponerle un techo al billete para garantizar la estabilidad. El mercado respondió con una tendencia alcista que se normalizó sobre el final de la jornada.

El dólar minorista llegó a tocar un techo de $26,10 en las primeras horas de operación. Sin embargo, el mercado entendió que, por ahora, y con el colchón de divisas que consiguió el BCRA para afrontar futuras escaladas, a la moneda extranjera no le queda tanto margen de crecimiento y, por ende, comenzó un camino a la baja y se acomodó en los $25,80 (minorista).

El dólar minorista llegó a tocar un techo de $26,10 en las primeras horas de operación.

El precio en el que oscilará el dólar en las próximas jornadas se corresponde con el que pedían los empresarios del ala "devaluacionista” -entre los que figuran el empresario de Fiat Cristiano Rattazzi y Eduardo Buzzi, quienes sostuvieron durante la corrida cambiaria que la divisa estadounidense debía estar en $26. Con respecto a la última jornada, el dólar subió 42 centavos en el mercado minorista.

Después de que se anunciara que el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional es de 50 mil millones de dólares, y no de 30 o -máximo- 40, como esperaban los mercados, las expectativas estaban puestas en cómo respondería la divisa extranjera ante la decisión del Banco Central de dejar de intervenir a la baja para calmar la demanda. En el futuro, las miradas estarán puestas en la paulatina baja de la tasa de interés, que actualmente es de 40%.

El Gobierno entiende que la tasa actual no es sostenible y que congela la producción -más allá de su utilidad para controlar la inflación-. Además, complica el crecimiento para 2019 y, con eso, el desarrollo de las elecciones que el oficialismo preveía ganar de punta a punta antes de la corrida cambiaria y la galopante inflación.

La letra chica del acuerdo con el FMI asegura que el organismo financiará el gradualismo que propone el Gobierno, en tanto que no altera el presupuesto en asistencia social y hasta prevé subirla en situaciones críticas para la economía. En cuanto al déficit fiscal, propone  2,7% del producto bruto interno (PBI) para este año y 1,3% en 2019 y metas de inflación de 17% para 2019; 13% para 2020 y 9% en 2021. Otra de las innovaciones centrales del programa será el corte total del financiamiento del Banco Central al Tesoro, una de las principales causas histórica de la inflación