Días atrás escribí una columna en este mismo sitio donde señalé al pasar que en la actualidad en Estados Unidos la delincuencia común es sorprendentemente baja. Es más: todas las mediciones indican que homicidios, violaciones, robos de autos y secuestros vienen disminuyendo año a año desde 1990. O incluso antes. El espacio público y privado en EEUU nunca fue tan seguro. Muchos lectores al paso se quedaron intrigados con el asunto y me interpelaron pidiendo que elaborara más sobre el tema. Como suele ocurrir en estos casos, las explicaciones son muchas. No hay una bala de plata o un slogan que explique el fenómeno. Muchas de las teorías se contradicen y otras hipótesis son un tanto traídas de los pelos, en mi humilde entender. Aclaro, no soy un especialista en el asunto, pero por mi trabajo tuve que informarme sobre el tema en varias oportunidades, tanto en EEUU como en América latina y España. Empecemos por las hipótesis más curiosas y descabelladas.

Cinco razones por las que la delincuencia no para de bajar (en EEUU y España)

Aborto

Hay quienes dicen que Roe v Wade, el dictamen de la Corte Suprema yanqui que despenalizó el aborto en 1973, tuvo un rol clave en la baja de la delincuencia. La hipótesis sostiene que, gracias a esta jurisprudencia, se logró que no llegaran a nacer gran cantidad de futuros maleantes, gurises que se habrían criado en hogares problemáticos o fracturados. Es decir, una especie de pena de muerte preventiva, un genocidio legal, aséptico, de guante blanco. Escalofriante. Atenti: la matemática cierra. La delincuencia empezó a bajar marcadamente en 1990 cuando los nacidos desde 1973 en adelante hubieran estado en la flor de la vida delincuencial. En fin.

Nafta sin plomo

Algunos estudios indicarían que respirar la polución proveniente de algunos aditivos que se solían usar en los combustibles reduce en un promedio de 15 puntos el coeficiente intelectual del sujeto y, además, aumentaría la agresividad. Es decir: la gente que se cría respirando aire contaminado por emisiones vehiculares sería más limitada, siome, opa, gilipollas, dura de entendederas e inclinada a la irascibilidad, la impulsividad y la violencia. Las fechas concuerdan con sorprendente paridad con la despenalización del aborto: la nafta sin plomo se introdujo en EE UU en 1974 y su uso fue en aumento gradualmente hasta que se volvió obligatoria en todo el país en 1996 con la ley conocida como Clean Air Act. Esta teoría tiene mucha difusión en México donde la contaminación es literalmente alarmante, el delito está totalmente fuera de control y es habitual escuchar que el “tolueno de la gasolina” malogró a varias generaciones.

Farlopa

Hay una corriente que sostiene que, dado que es mucho más rentable y menos peligroso traficar y vender droga, los delincuentes han migrado hacia el narcotráfico desde otras actividades de más baja rentabilidad y alta violencia, ej: asaltar bancos a mano armada. ¿Para qué andar a los balazos si distribuir papelitos y pastillitas en el baño de una discoteca es mucho más rentable, seguro y divertido? Esta teoría, no obstante, se ve cuestionada por el altísimo nivel de criminalidad en todos los frentes que muestran países tales como México, Honduras, Guatemala, El Salvador o Venezuela, asolados por carteles, pandillas y crimen organizado narco de alta peligrosidad.

Mano dura

La famosa tolerancia cero que impuso el alcalde Rudy Giuliani y su entonces jefe de polecía Bill Bratton en Nuevo York en los 90: un principio contravencional que interpreta con absoluta literalidad hasta el más insignificante edicto policial quitando toda discrecionalidad al vigilante. ¿Una botija orina en la vía pública? Marche preso. ¿Un ñato lava parabrisas de prepo en un semáforo? Multa y a pernoctar en la comisaría. Y todo así. Esta teoría gozó de mucha popularidad en algún momento y le granjeó a Giuliani una enorme tracción política pero también le valió unos cuantos escándalos por abuso policial.

¡Pero basta de complicarla, che! ¡La delincuencia se combate con prosperidad, trabajo, inclusión! ¡En EEUU la gente respeta la ley porque hay laburo!

Sí y no: en España, tras la crisis de 2008, las autoridades se preparaban para un aumento marcado de la delincuencia. Había gente en el centro de Madriz comiendo de la basura de los restaurants, la clase media estaba en la lona MAL, el desempleo trepó a más de 25% (casi 50% en la franja de edad menor de 30 años), cientos de miles de propietarios asfixiados económicamente perdían sus casas a manos de bancos que ejecutaban sus hipotecas, los jóvenes emigraban en masa, había un malestar enorme en la sociedad, gran indignación frente a élites y clases dirigentes cuestionadísimas, acusadas de ineptitud y corrupción. El vecino portugués vivía una crisis similar o incluso peor. Además, las autoridades esperaban tener que vérselas con mucha mano de obra desocupada que perdería su trabajo precario en la construcción. España estaba muy expuesta a “inmigración vulnerable” de colombianos, ecuatorianos, marroquíes, magrebíes varios, africanos subsaharianos, rumanos, bosnios y oriundos de diversos países destruidos por guerras de Europa del este. ¿Qué iba a hacer toda esa fuerza laboral incalificada que de golpe se encontraba ociosa, angustiada, humillada y sin manera de ganarse la vida? La península es, además, la puerta de entrada de gran cantidad de droga a Europa y tiene un problema rampante, endémico, de evasión tributaria. No obstante,

La delincuencia no sólo no aumentó: disminuyó considerablemente tras la eclosión de la crisis. ¿Cómo coño se explica este fenómeno? ¿Estado presente? ¿Causalidad, casualidad, simple correlación? En España y Portugal hay un estado de bienestar muy aceitado con justicia garantista sin prisión perpetua ni pena de muerte, pero en EEUU no hay ni seguro de desempleo, ni salud gratuita, ni licencia por maternidad, los tribunales se caracterizan por una mano dura de temer y la población carcelaria se cuenta entre las mayores del mundo. Pasemos entonces a la explicación más razonable que echaría luz sobre la baja en la delincuencia: la tecnología.

Digitalización

Muy especialmente por la manera en que el fenómeno digital disminuye la privacidad o, mejor dicho, el anonimato. Si: podemos patalear y pucherear, pero la limitación de la privacidad parece tener una fuerte incidencia en la disminución de la delincuencia, especialmente de la delincuencia violenta. Por empezar: la gradual caída en desuso del dinero en efectivo y la migración a tarjetas de crédito y débito hacen cada vez más difícil delinquir sin represalias. Cuando todo deja un rastro digital la impunidad se vuelve casi imposible. Se reduce enormemente el retorno de la inversión del delito común: en una sociedad donde el efectivo es cada vez más un problema, un engorro, ya no tiene sentido asaltar bancos, camiones de caudales, billeteras. Obtener, almacenar y usar cash es cada vez más problemático. En sociedades avanzadas ya casi no existen bienes o activos “al portador”. Todo tiene un número de serie, una huella o rastro digital (precisamente el principio rector del concepto blockchain que dio auge a las criptomonedas).

¿Queríamos un eslogan pegadizo y resultón? Ahí va: a menor anonimato menor delincuencia.

Además, la omnipresencia de cámaras de circuito cerrado y transeúntes con telefonitos inteligentes han mostrado un enorme poder disuasorio, preventivo e incluso correctivo: en países avanzados podemos ver en apenas horas el VAR y el replay desde múltiples ángulos de todo cuanto ocurre en cualquier espacio público (las tecnologías de reconocimiento facial son escalofriantes). Decí whisky.

Y siguen las firmas. 

En muchas ciudades de EEUU, las comisarías cuentan con una antena diseñada para captar la frecuencia particular que emite un disparo de arma de fuego en perímetros de muchas millas. No sólo eso: el chirimbolo este detecta con gran precisión la posible ubicación del balazo y pone en alerta a los vigilantes, antes incluso de que se reciba un llamado al 911. Si se suma la omnipresencia de la telefonía móvil todo ayuda a que las fuerzas del orden reaccionen con gran rapidez. 

En fin: no es que la gente se esté volviendo honesta, sino que el crimen violento pierde sentido y rentabilidad. Los delincuentes del futuro serán hi tech o no serán: hackers, criminales de guante blanco que logren el anonimato necesario para manejarse sin ser capturados. Y posiblemente se dedicarán a la microdelincuencia, el robo hormiga: es muchísimo más rentable hurtar subrepticiamente un centavo de millones de cuentas bancarias que entrar a los tiros a una sucursal para salir con una bolsa llena de papel pintado.

Los dejo con una breve anécdota: hace unos cuantos años un amigo tuvo una extraña experiencia con la ley y el orden yanki. Resulta que en su trabajo había que marcar 9 para conseguir línea y hacer un llamado externo. Con este hábito, estando en su casa, cachó el fono y por puro reflejo discó 9. Tal vez fue 91, no se acuerda. En el momento se dio cuenta de que se había equivocado por costumbre oficinista, colgó, discó de nuevo a donde quería llamar y listo. Pocos minutos después suena el timbre de su depto. La polecía.

“Hola. Hemos recibido un llamado desde este domicilio ¿nos telefoneó Vd.?. “Ehhhhhhhhh no…” respondió maradonianamente mi compadre.

El vigilante le hacía gestos dándole a entender que, si no podía hablar porque estaba de rehén o amenazado de alguna forma, le transmitiera una señal sutil. Mi amigo, un argento que llevaba poco tiempo en el imperio del consumo capitalista, alucinaba.