Las caras de preocupación dentro del oficialismo se convirtieron en rostros aliviados después de ganar una batalla. Con Toto Caputo a la cabeza, el ministro que más escucha Macri porque es el que más plata tiene, a través de algunas jugadas financieras consiguió la renovación del 95% de las letras del Banco Central.

Asimismo, la moneda estadounidense quedó anclada por debajo de los $25. Así, el Gobierno gana algo de tiempo, festeja y grita "nadie nos supera”, pero la bomba sigue estando ahí adelante, en un cercano horizonte.

La crisis dejó perdedores y ganadores, como también heridos y quienes salieron ilesos. Federico Sturzenegger es al que peor le fue porque nunca le encontró la vuelta a la situación. Economistas de todo el espectro ideológico coinciden en que el discípulo de Cavallo actuó mal, errático y a destiempo. Es por ello que todos los cañones apuntan a su salida del Banco Central en un tiempo cercano.

Curiosamente, Marcos Peña, como representante del ala gradualista y enfrentado con Sturze, también salió debilitado de la crisis, aunque en menor medida. El fin del gradualismo (que no es más que un ajuste con buenos modales) impulsado por el Jefe de Gabinete ya se da por descontado. A su vez, se cayó parte del relato oficial que buscaba confrontar con el kirchnerismo ante cada situación conflictiva. El corazón del libreto de Marquitos. ¿Se viene una nueva forma de comunicación?

Monzó y Frigerio vuelven a la mesa chica, las figuras con más cintura política para entablar relaciones con la mal llamada oposición responsable.

Quien regresa a la mesa chica es el mariscal Emilio Monzó, que semanas atrás había anunciado que no renovaría su cargo en la Cámara de Diputados disgustado por haber perdido peso dentro de la esfera de toma de decisiones de Cambiemos. También se suma Rogelio Frigerio al círculo más íntimo.

Que sean estos dos nombres no es casual. Monzó y Frigerio son dos de las figuras que más cintura política poseen para entablar relaciones con la mal llamada oposición responsable. Los radicales también comienzan a ganar posiciones: el Presidente, decidido a torcerle el brazo al poder financiero, tomó acaso la decisión más innovadora de la semana: crear un grupo de WhatsApp con tres miembros de la UCR (Sanz, Cornejo y el emperador Morales de Jujuy) para frenar la corrida a base de memes y chistes sobre la oposición.

En este marco, el oficialismo busca sellar con la oposición un gran acuerdo nacional en torno al ajuste. Se trata de generar un relativo consenso para ajustar las cuentas fiscales y apoyar las medidas impuestas por el Fondo Monetario Internacional. Como siempre, la negociación no será fácil, pero el Ejecutivo utilizará la vieja confiable chequera para sumar voluntades. La jugada es clara: compartir con la oposición los costos del ajuste para reducir los daños a una imagen oficial que viene en picada.

El Gobierno busca un acuerdo con la oposición en torno al ajuste. La negociación no será fácil, pero utilizará la vieja confiable chequera para sumar voluntades.

Así las cosas, el Gobierno sorteó el supermartes ganando tiempo mientras busca superar la crisis recostándose en su ala política y le pone todas sus fichas a Nico Dujovne para que logre destrabar el crédito con el FMI lo más rápido posible.

Comienza una nueva etapa en la Argentina donde el ajuste mostrará su cara más dura. Los errores del Gobierno dejaron como consecuencias una suba del 40% del dólar de diciembre a mayo, 9,6% de inflación en solo cuatro meses enterrando la meta del 15%, US$ 9 mil millones de reservas menos y recurrir al FMI que digitará de ahora en más el camino económico del país. Empieza el gran ajuste nacional.