-¿No hay nada que te pueda hacer correr del eje de cumplir tu contrato en River?

-No… Lo cerraría con una canción que se me viene a la cabeza, pero no quiero hacer el ridículo de cantar.

Raro el equipo, ¿no? No me gusta, pero algo habrá pensado”. Eso fue lo que les dije a mis amigos unos minutos antes del partido de River en Colombia. Los cinco defensores, la exclusión de Mora y no guardarse la carta de Quintero para el segundo tiempo me hacían algo de ruido. Pero algo habría pensado el Muñeco. Después de su primer año y medio en River, aprendí a agregar ese inciso siempre que (creí que) le encontraba una falla a alguna premisa de Gallardo. Y es que, como escribí alguna vez, después de un tiempo siento que Gallardo es mi papá y que yo todavía soy chiquito, y medio que yo lo sigo sin preocuparme por nada, a caballito atravesando la Franja de Gaza mientras juego al Super Mario Bros en el Game Boy.

Gallardo labura por todos nosotros mientras dormimos, cogemos o nos derretimos el cerebro con una serie no menos adictiva que berreta como La Casa de Papel u otra muy buena como Billions: se pasa las noches mirando cien mil videos de Independiente Santa Fe, de Colón de Santa Fe o de Santa Fe United; tiene una alfombra de hojas A4 hechas bollitos en su habitación. En la conferencia de prensa que dio en Bogotá después del 1-0, de hecho, confirmó que terminó de definir el equipo la noche anterior, cuando se iba a dormir.

Desde lejos no me ves

Tenía razón: estiró la defensa porque leyó que los colombianos sólo iban a ser capaces de llegar a través de centros a la olla y pensó en el contragolpe rápido con Montiel y -sobre todo- Saracchi por las bandas, y en el Pity y Quintero frescos para manejar la pelota. En el caso de Juanfer, y con el diario del viernes, habrá pensado lo siguiente: considerando que JFQ está para jugar no más de 50/60 minutos, esta vez eligió no ponerlo en la segunda parte -cuando el rival está más cansado y deja más espacios-, sino cuando el propio River estuviera más entero físicamente considerando que los equipos del llano se pinchan siempre en los últimos cuarenta y cinco minutos en la altura. Por eso puso a Quintero de entrada: para que asistiera a compañeros -Pratto, por caso- con las barritas de energía llenas y justamente con los espacios que iba a dejar el local, que tenía que buscar el partido de arranque. Lo hizo para definirlo de entrada. Y así fue: tal cual. El tipo es un genio.

Gallardo estiró la defensa porque sabía que Santa Fe iba a apostar por los centros a la olla, eligió al Pity y Quintero -ahora de titular- para manejar la pelota y definirlo rápido.

Por eso siempre aclaro que “por algo lo habrá hecho” para subrayar cualquier observación previa que le pueda hacer a un planteo de MG: porque sé que algo vio el tipo. Hay millones de ejemplos en los que me cagó, aunque tal vez el más significativo haya sido en Belo Horizonte: River tenía que ganar en Brasil haciendo al menos dos goles y Gallardo ponía un doble cinco con Ponzio y Kranevitter, dejando afuera a Pisculichi. ¿Cómo va a jugar así? Todos los periodistas que estábamos en el Mineirao nos preguntamos lo mismo antes de que empezara el partido. Lo demás es historia conocida. Tiene errores, seguro que los tiene, pero demostró que, en todo caso, las conclusiones anticipadas de un periodista o de un hincha de fútbol, que básicamente son la misma cosa, son antojadizas al lado de todo lo que pensó él. Y ahora lo que va es el “bueno, algo habrá pensado”. Porque en un país de cuarenta y pico de millones de técnicos, Gallardo consiguió ser el único entrenador que sabe más que el hincha. Ése es uno de sus tantos logros desde que dirige a River.

Ojalá que haya pensado en cantar Para Siempre, de los Ratones Paranoicos.