"Si el resto no es puntual, yo me rajo”, alegó el diputado nacional Alfredo Olmedo cuando se levantó de su banca porque ya había esperado una hora y media en el recinto. Esta frase sería un gran punto de partida para escribir todo un libro sobre el paralelismo exacto entre una cultura impuntual y su subdesarrollo crónico: la impuntualidad es bananerismo puro. Pero lo dejamos acá para que algún vende-humo se la juegue y haga ese libro.   

Existe un paralelismo exacto entre culturas impuntuales y su subdesarrollo crónico. 

Olmedo se levantó de la banca y jodió un espectáculo aberrante y desconsolador que estaba preparado para que diputados delincuentes y millonarios, a costa de haber arrasado con las arcas del estado durante 12 años, salgan en televisión desde la Cámara Baja para esbozar que "no se puede vivir con tarifas tan caras", con esa prosa tan argento-parlamentaria que los caracteriza.

Luego, a falta de problemas graves en el país, -aparentemente- explotó lo conocido: abuelas de amigos que viven en 30 metros cuadrados en Villa Pueyrredón que le llegaron 10.000 pesos de agua en marzo. Un primo que tuvo que vender el auto porque no puede pagar más el gas. Uno que juega al fulbo 5 con un hermano que está buscando un segundo trabajo porque no puede afrontar la tarifa de electricidad.  

A mí, una señora fuera de sus cabales me dijo ayer en Twitter que le habían llegado 8000 pesos de luz. Le contesté que tenia una heladera demasiada potente y me respondió con algo sobre mi vieja que ya olvidé.

¿Recuerdan el primer envión de estas protestas actuadas por los "desmesurados aumentos", cuando decían que un jubilado se había pegado un tiro en un banco porque no le alcanzaba para la luz, allá por el lejano 2016?

Micromilitancia, Gabriela Cerruti, Gustavo Vera, Paul Moyano, Boudou y Áxel encabezando cacerolazos en CABA, arguyendo que no se puede más con estas facturas. Prácticamente solos, sin saber como dar la vuelta a esta situación que los deja sin consignas políticas válidas en este neoliberal y sano planeta Tierra, edición año 2018.

Estuvieron a sólo un par de días de aplicar una victoria cultural con algo inédito en la historia mundial: gente que sale a la calle a protestar por el precio de los servicios que consume. Algo así habla de dos cosas. O estamos en una sociedad con un nivel de irrealidad absolutamente abrumadora y preocupante o, culturalmente, Argentina es un país muerto. Me juego por las dos.  

 O estamos en una sociedad con un nivel de irrealidad absolutamente abrumadora y preocupante o, culturalmente, Argentina es un país muerto.