Los errores del Papa peronista

Pasamos la mitad de marzo discutiendo una curiosa monstruosidad: el Estado argentino le paga los sueldos a los obispos de la Iglesia Católica Romana. Hasta para el niño militante Zamba debe estar mal algo semejante, si es que se enteró durante su arduo trabajo de revisionismo histórico realizado durante el neo-marxismo cristinista (Sarmiento es malo; Rosas, bueno).

Que el Estado le pague el sueldo a los obispos está bien para el peronismo y poco más; podemos agregar a los nacionalistas católicos con "críticas" al rol de Perón, englobados en las directrices de la revista Cabildo y la fraternidad lefebvrista.

Hasta para el niño militante Zamba de estar mal que el Estado argentino le pague los sueldos a los obispos de la Iglesia Católica Romana.

Incluso, seguramente, aunque más apolítico, esto le parezca correcto también a las asociaciones pro católicas de "jóvenes snowflakes" (en castellano: jóvenes frágiles y emocionales) como Un Techo para mi país, los misioneros, las ruinas de Acción Católica y a algunos pobres chicos embaucados en las gestas "solidarias" de Juan Carr o Facundo Manes.

Un cúmulo de presión -por no decir lobby de bajo vuelo- desperdigado, mas chinchudo que eficiente, es el mismo que pelea para que se mantenga la penalización del aborto. También quieren conservar que los impuestos argentinos los paguen obispos nominados por Roma.

La visión se intensifica cuando ese menjunje de stalinismo con catolicismo que son la CTEP de Grabois y la Unidad Ciudadana de Cristina, se rasca la cabeza pensando cómo hacer para apoyar posiciones ultramontanas y medievales de la no-renovada iglesia de Francisco y por otro lado pegar saltitos de murga con las chicas feministas y proabortistas. "Entiendo, pero no apoyo", dicen pobres tipos de 60 años que extrañan sus épocas en la Federación Comunista de los '80 donde todo era más simple: Iglesia = enemigo.

Francisco usa todo su tiempo para la política argentina. Lo nutre y obsesiona. Pero esa obsesión despertó al Gobierno, que puede dar el golpe: liberar el aborto y frenar los sueldos a obispos.

Toda esta cuestión es, por supuesto, por omisión y comisión, obra del Papa Francisco. Ya sin mostrar un ápice de vergüenza ante sus fieles internacionales, usa todo su tiempo para la política argentina. Lo nutre y obsesiona. Pero esa obsesión despertó de una vez a este Gobierno, que pasó de discutir la despenalización del aborto a poner en duda si hay que seguir pagándole los sueldos a los obispos.

Dos palos para devolverle al apátrida peronista todas sus caras de orto públicas, junto a su besos y abrazos con los criminales más intensos de la región. La inconcebible maldad, egoísmo y desprecio del monarca de Roma puede dar el espectacular golpazo de liberar el aborto y frenar los sueldos a obispos. Dos por uno, mas liberalismo puro y duro. Adentro, Bergoglio.