Una de las críticas más persistentes contra la investigación judicial del terrorismo de Estado consiste en argumentar que las condenas, además de penalizar a los responsables, denigrarían a las instituciones a las que éstos pertenecían. Según esta extraña mirada, los juicios lanzados por Raúl Alfonsín en 1985 y luego relanzados por Néstor Kirchner a partir de la anulación de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida en 2003, por ejemplo, no investigaron y condenaron crímenes sino que estigmatizaron a las FFAA y a las fuerzas de seguridad en su conjunto.

Hace unos años, CFK refutó esa idea de impunidad virtuosa en el discurso de apertura de Sesiones Ordinarias del Congreso de marzo del 2010: "Creo que han humillado mucho más a las fuerzas armadas los que las redujeron a ser simples encapuchados en lugar de defensores de la soberanía nacional.”

Hace unos días, el presidente y su ministra de Seguridad recibieron al oficial de policía Luis Chocobar, procesado por "exceso en legítima defensa” al abatir de dos balazos en la espalda a un ladrón que huía. En la reunión, Macri afirmó estar "orgulloso de que haya un policía como vos al servicio de los ciudadanos". Como claro mensaje a la justicia agregó: "Quería ofrecerle todo mi apoyo, decirle que lo acompañamos y que confiamos en que la Justicia en otra instancia lo liberará de todo cargo, reconociendo su valentía"

Según las imágenes de una cámara de seguridad, Chocobar disparó desde varios metros contra quien huía y no presentaba riesgo alguno, ni hacia el policía ni hacia terceros. Los nueve disparos que efectuó el oficial en plena calle, además de abatir a la víctima, podrían haber herido a cualquier transeúnte. No protegió a nadie, mató a quién debía apresar y puso en riesgo a muchos. El oficial actuó en caliente y la justicia determinará su responsabilidad. El presidente y su ministra, en cambio, tuvieron tiempo suficiente y contaron con toda la información necesaria antes de que decidieran recibir a Chocobar y ponerlo como modelo. Una sutil diferencia.

Luego de la defensa irrestricta hacia la Gendarmería- en el caso de la muerte de Santiago Maldonado- y hacia la Prefectura, luego de que Rafael Nahuel fuera abatido de un balazo por la espalda, esta nueva decisión del gobierno se inscribe en una clara tendencia. Así como juzgar los crímenes llevados a cabo por algunos de sus integrantes era humillar a las fuerzas de seguridad, defenderlas consiste en poner al crimen como ejemplo y exigir su impunidad. Al parecer, tampoco en este aspecto nuestra derecha moderna, en chupines y zapatillas, se diferencia mucho de la derecha de siempre.

Un texto que acabo de leer me sirve de conclusión: "Aplaudir al que asesina denigra a todos los uniformados que se esfuerzan e incluso arriesgan su vida para atrapar a los delincuentes vivos y sin cometer otros y peores delitos. El francotirador que ejecuta en frío sólo requiere de puntería y de alguna inhumanidad menor.”